sábado, 15 de noviembre de 2014

Manifiesto 40



MANIFIESTO (Órgano político de la Unión de Marxistas Leninistas)                           
Editorial del nº 40, octubre 1978

IMPULSEMOS LA LUCHA REVOLUCIONARIA CONTRA LA CONSTITUCION BURGUESA

1.Nuestra posición abstencionista ante el referéndum constitucional, de denuncia y de lucha contra la constitución burguesa es la posición táctica que corresponde hoy en el estado español a los intereses revolucionarios del proletariado.
La constitución burguesa y el referéndum constitucional son hechos políticos de gran importancia que plantean un verdadero reto a todas las fuerzas políticas.
En la posición que se tome ante estas cuestiones se va a dilucidar una vez más quién defiende los intereses revolucionarios de la clase obrera y quién actúa como fiel colaborador de los Suárez y compañía, es decir, de la burguesía en el poder. Y no sólo el problema es la posición que se tome ante estos hechos, que ya reviste gran importancia, nos referimos a remitir la consigna del sí, el no o la abstención, sino el contenido político que se dé a cada una de estas palabras y la forma en que se lleve a las masas.
Para nosotros la Constitución es un instrumento más de la burguesía para intentar dominar y oprimir al proletariado y a todos aquellos sectores populares que se enfrenten al Estado burgués. Y vamos a ver por qué.
La Constitución define la legalidad con los intereses de clase de los explotadores, de acuerdo con los intereses capitalistas, y no sólo en aspectos económicos, al definir el derecho a la 'libre empresa' o el derecho al cierre patronal, sino también en los aspectos jurídicos, políticos e ideológicos. La Constitución en su conjunto, y no sólo en algunos artículos o algunas partes, es burguesa.
La Constitución legaliza (otra vez, ya que antes también era legal) la explotación capitalista y de esta misma forma considera ilegal, ataca y persigue -mediante los aparatos represivos de que esta provisto el Estado burgués- a los que quieren implantar un sistema económico basado en la propiedad colectiva de los medios de producción.
La Constitución legaliza la democracia burguesa, que es una dictadura sobre la clase obrera. Esto es necesario aclararlo una vez más ya que ha sido tanta la propaganda revisionista identificando dictadura con 'poder personal de Franco' y con falta de formas democrático-burguesas, que los que nos guiamos por el marxismo-leninismo debemos repetir que dictadura significa el poder de una clase sobre otra.  Efectivamente, así está actuando la burguesía sobre la clase obrera dictatorialmente, imponiendo un Parlamento que bajo la apariencia de la libre elección por parte de todos los ciudadanos, esconde la dictadura del dinero, del capital; la dictadura de los años de represión bajo el franquismo y la dictadura de la utilización de todos los medios de propaganda burgueses, al servicio de los partidos de la clase dominante y de los partidos colaboracionistas con esa clase dominante, bajo la apariencia de partidos de los trabajadores (PSOE, PCE).
La Constitución legaliza ese Parlamento, las formas de elección, las dos Cámaras, las relaciones del Parlamento con el Gobierno, la existencia de la Monarquía y las relaciones con el Gobierno y el Parlamento, etcétera. Todo lo hace por vía dictatorial, por la vía de la imposición. Y la imposición de toda esa legalidad burguesa, de esa dictadura de los capitalistas sobre la clase obrera, supone al mismo tiempo la condena, la represión, la declaración de ilegales para todas aquellas libertades, formas de lucha, formas de expresión que atenten a la dominación burguesa y favorezcan la vía revolucionaria. La Constitución va dirigida contra la democracia obrera, va dirigida contra la Asamblea como instrumento de lucha obrera, contra los piquetes de extensión de las luchas y de defensa contra la represión, contra la participación de los trabajadores en la resolución de sus problemas, contra los delegados revocables por los trabajadores, con mandato imperativo y responsables ante sus electores.
La Constitución impone un Monarca al que trata de hacer pasar ante las masas como símbolo de la conciliación de clases, como individuo e institución fuera de la lucha de clases, cuando es el producto de la transición de la dictadura terrorista a la democracia burguesa, y es el Rey de los capitalistas frente a la clase obrera.
La Constitución legaliza una organización territorial del Estado que cumple varios fines, todos antiobreros y antipopulares. Redistribuir el poder político entre las diferentes fuerzas burguesas, dividir al proletariado y al pueblo enfrentando nacionalidades entre sí y no clases sociales y oponiendo el centralismo a la descentralización y la autonomía y no la burguesía al proletariado. Al igual que en los casos anteriores, la Constitución burguesa ataca y pasa a la legalidad cualquier organización del poder político y la organización en particular que esté basada en la solidaridad de todos los explotados y oprimidos entre sí en un Estado obrero que se rija por los principios de la Comuna de París, (pueblo en armas, elección irrevocabilidad de los delegados por las masas y sueldos no superiores a los salarios medios obreros). La Constitución burguesa está contra la dictadura del proletariado.
La Constitución burguesa define al Ejército burgués actual como defensor de la soberanía popular, cuando su verdadero poder es el de verdugo del pueblo.
La Constitución burguesa trata de engañar a las masas obreras y populares hablando de libertad, de igualdad, de justicia, de paz, de derechos y libertades cuando la realidad cotidiana de la clase obrera y de las masas populares es que sólo los que tienen el dinero y las leyes a su favor gozan realmente de la libertad de expresarse, de reunirse, de organizarse, de manifestarse. Como los derechos proclamados ya en el Fuero de los Españoles a la enseñanza, al trabajo, a la vivienda, a la asistencia sanitaria son verdaderas farsas ante la realidad de la falta de puestos escolares y el contenido clasista de la enseñanza, ante la realidad del millón y medio de parados, ante el déficit de viviendas, el negocio capitalista del suelo urbano y la mala calidad de las edificaciones y así un largo etcétera que contraponen a la política de engaños.
Partiendo, por tanto, del contenido burgués de la Constitución, lo más correcto a plantear a las masas populares es la necesidad de mostrar su repulsa ante ella. Demostrar que no se acepta participar en la farsa de un referéndum que plantea a los trabajadores cómo única posibilidad de expresión el sí o el no, cuando se están debatiendo cuestiones centrales de las condiciones de vida y trabajo de la clase obrera. Y cuestiones centrales sobre su no participación y sobre su marginación en la vida política.
La abstención es sólo un momento de la lucha contra la Constitución burguesa. En primer lugar, en la Unión de Marxistas-Leninistas llevamos luchando contra la política burguesa de falsa democracia desde que se planteó dentro del régimen franquista la política de apertura. Igualmente combatimos las falsas ilusiones que, en las elecciones del 15 de junio los partidos PSOE, PCE, y los otros partidos burgueses trataron de infundir a los trabajadores. También en el terreno del pacto social combatimos esa política antiobrera, antes de la firma del Pacto de la Moncloa y después cuando el pacto social se concretó de aquella forma. Igualmente hemos luchado y seguimos luchando contra la política antiobrera de las centrales CCOO y UGT, que llevan a la colaboración con la burguesía como elemento central de su actividad dentro de los trabajadores. Para nosotros, por tanto, la lucha contra la Constitución burguesa es una continuación de nuestra política contra la democracia burguesa, contra el pacto social; en definitiva, contra la burguesía y contra la política de colaboración con los explotadores.
Partimos de la debilidad política y organizativa del proletariado y no planteamos ni la insurrección armada ni la huelga general revolucionaria ni la dictadura del proletariado, ni una Constitución socialista como tareas inmediatas ni como salidas a la situación actual. Más aún, combatimos también a quienes plantean también estas falsas alternativas que, al no estar basadas en la situación real de la correlación de fuerzas y en el nivel de conciencia y organización del proletariado en particular, son alternativas desmovilizadoras.
Pero partimos de esa debilidad política y organizativa del proletariado, manifestada en los votos obreros al PSOE y al PCE en las pasadas elecciones, en la débil resistencia ofrecida a los planes antiobreros del Pacto social de la Moncloa,  en la atonía y, en muchos casos, total ausencia de la vida sindical, en las difíciles condiciones de vida y de trabajo en que se mueve la clase obrera, para tratar de fortalecer al proletariado. Para hacer avanzar la vía revolucionaria entre las masas obreras y populares.
Produce indignación contemplar la pirueta que ORT y PTE tienen que dar para justificar su apoyo a la Constitución burguesa y su claudicación ante el revisionismo y ante la democracia burguesa. Vienen a decir los dos a dúo 'como la correlación de fuerzas es favorable a la burguesía, la Constitución refleja esa correlación y, por tanto, hay que decir que sí a la Constitución'. ¡Verdadera pirueta en el aire! Según ese razonamiento, como un despido demuestra que el que manda en la fábrica es el patrón, entonces, ¡hay que decir sí al despido! ¡nos parece muy bien el despido! ¡refleja muy correctamente la
 correlación de fuerzas!. También tenemos el argumento de que la Constitución es progresista frente a la dictadura anterior.
La burguesía en su conjunto ha optado por el cambio en la forma de dominación y ha pasado de la dictadura terrorista a la democracia burguesa. Este cambio y la Constitución que legaliza ese cambio no es ninguna muestra de progresismo. Tiene profundas razones políticas, económicas e ideológicas detrás, todas encaminadas al reforzamiento del poder burgués. La necesidad de entrar en el Mercado Común y adoptar, por tanto, unas estructuras políticas homologables con las existentes en los países capitalistas de Europa, el hecho de que la democracia burguesa sea un régimen político altamente probado en la tarea de dominar al proletariado, el agotamiento biológico (muerte de Franco) del régimen anterior, basado en unas circunstancias históricas irrepetibles (guerra civil), y las luchas populares, y en particular el avance reivindicativo del movimiento obrero, y la necesidad de neutralizar estas luchas y ahogarlas, son las razones que han impulsado a la burguesía a sucederse a sí misma y pasar a la democracia burguesa con las mismas caras que cuando Franco. Pero para ello la burguesía ha tenido unas condiciones políticas favorables creadas por la existencia del revisionismo y la formación, a golpe de marcos, de la socialdemocracia. Justamente la Constitución y la democracia burguesa lo que tratan de hacer es ahogar todos los brotes de lucha obrera y popular que existen, utilizando una combinación adecuada de represión y de lucha política e ideológica. Esto se sintetiza en la frase que se repite insistentemente ante la situación de Euskadi: 'es un problema político que exige una solución política y no policial'.
¿Qué quieren decir con esta frase? Naturalmente no que vayan a atender las reivindicaciones de los independentistas y las legítimas aspiraciones de determinados sectores de las masas populares vascas. Lo que quieren decir es que además de seguir utilizando la represión, ahora van a apoyarse en el PSOE y en el PNV para dividir y para neutralizar a las masas populares, van a apoyar las posiciones más reaccionarias dentro de Euskadi, van a enfrentar al resto del Estado con los 'separatistas', etc, en definitiva, 'van a hacer política', mientras que antes también la hacían pero por la vía fundamentalmente represiva. Este ejemplo vale para el movimiento obrero, exactamente. Ante una huelga, lo primero es evitar que se llegue a plantear y esto lo consiguen a veces las centrales reformistas, que impiden con su política que entren a reprimir los antidisturbios porque ya ellas han reprimido a las masas hablando de despidos y de colaboración con los explotadores.
La burguesía ya ha descubierto hace mucho tiempo que no cuesta nada poner cosas en un papel y luego cumplir lo que interesa, interpretarlo todo como convenga en cada momento. De la lectura del Fuero de los Españoles ya se saca una buena experiencia de la capacidad de mentira que tiene la burguesía. Pero a esto ORT y PTE prefieren llamarlo progresismo. En realidad lo que ocurre es que se definen a sí mismos mejor que cualquier crítica que les podamos hacer.
Pasamos ahora a otras posiciones ante la Constitución. El dirigente de EIA, Mario Onaindía, en el libro, La Constitución, argumenta del siguiente modo sobre las razones del No:
“Debe plantearse una pregunta previa y es si una nación como esta vasca, en cuyo seno hay sectores populares socialistas e independentistas -en los cuales me incluyo- puede  aceptar el principio mismo de una constitución para un Estado dentro del cual ha vivido oprimida, un Estado cuya forma económica actual es, además, capitalista.
En mi opinión, es que sí, que pudiera haber una Constitución aceptable siempre que se dieran en ella las siguientes cuatro características:
- Que las libertades y derechos protegidos por ella fueran realmente democráticos.
- Que las formulaciones sobre la forma económica del Estado fueran lo bastante ambiguas para valer tanto para una sociedad capitalista como para una sociedad socialista.
- Que se admitiera el carácter plurinacional del Estado y, en consecuencia, el derecho de las naciones a optar, en las circunstancias que se determinaran en la Constitución, sobre permanecer unidos en el mismo Estado o separarse y formar Estados independientes; esto es, que se reconociera el derecho de autodeterminación.
- Que mientras las naciones permanecieran unidas en el mismo Estado, la Constitución les reconociera competencias inspiradas en el principio de un alto grado de autogobierno”.
A continuación, Onaindía, para que no quepa duda sobre lo que se está refiriendo, pone tres ejemplos de Estados europeos donde sí se da la última condición de un 'alto grado de autogobierno'. Se refiere a 'la Confederación Helvética, la República Federal Alemana y el Estado austríaco'.
Según Onaindía, en estos Estados se cumplen los siguientes principios que damos resumidos:
1.- Gozar de una capacidad autonormativa en la elaboración de su ley constitutiva, de su estatuto.
2.- Tener una competencia universal para decidir en aquellas cuestiones que afecten al territorio, a través de sus órganos propios, el legislativo, el ejecutivo y el judicial.
3.- Disfrutar de soberanía tributaria, tener una fiscalidad propia y no dependiente del Estado central.
4.- Carecer, en la actividad normal de sus órganos, de todo control de oportunidad política por parte del poder central.
5.- Poder realizar una planificación económica territorial propia.
6.- Poder federarse libremente con los otros territorios.
Una vez expuestos con gran claridad cuáles son los objetivos que defiende EIA, por boca de Onaindía, se compara con el texto constitucional para concluir que no se cumplen dichos objetivos.
Ante esto, Onaindía llama al NO, porque la abstención es confusa, ya que nunca se puede deslindar la abstención política de la abstención por indiferencia política, por ausencia o por enfermedad. Pero sobre todo, es errónea políticamente; la abstención significaría que no es que el pueblo vasco esté en contra de la actual Constitución del Estado español, fuera como fuera, y ello es falso. Por ello el único voto claro y político debe ser el NO.
Las propias palabras de Onaindía son un retrato de la posición vacilante, ambigua, del nacionalismo revolucionario ante el capitalismo y el socialismo. “Que las formulaciones sobre la forma económica del Estado fueran lo bastante ambiguas para valer tanto para una sociedad capitalista como para una sociedad socialista”. Esta es una frase que dice mucho sobre el tipo de socialismo que Onaindía tiene en la cabeza. Es seguro que se quiere hacer pasar por socialismo el estatismo más o menos desarrollado, la existencia de un determinado nivel de planificación, en definitiva, el capitalismo de Estado en cualquiera de sus variantes. El problema no es la 'forma económica' que declare el Estado, sino el propio Estado. Sin un Estado proletario, no es posible crear formas de transición socialista hacia el comunismo.
Lo que está claro en el texto de Onaindía es la autodeterminación, que no se plantea en el marco de la Revolución Socialista, y para que esto quede claro los ejemplos se refieren a países capitalistas.
Frente a las razones de que el NO es 'el único voto claro y político', salta a la vista que claro no lo es, ya que se confunde con el de la extrema derecha y si ellos acuden a dar la consigna de votar en vasco, entonces se confundirá con los votos nulos que también existen, no sólo de la gente que se confunde, sino de los que se ven obligados a votar sin querer, que serán bastantes, por el miedo a la represión (necesidad de justificar el voto), y lo transformarán en voto nulo.
Pero además Onaindía dice que lo importante no es la confusión, lo importante es que políticamente es el voto más correcto, ya que la abstención significaría rechazar cualquier otra Constitución del Estado español. Aquí realmente está el meollo de la cuestión. Y la comprensión de esto es válida no sólo para las posiciones que estamos criticando, sino también para otras posiciones que también plantean la abstención.
Por parte de este conjunto de posiciones se enfoca la Constitución con un texto con partes malas, negativas, y partes buenas, positivas, o también, y es una variante de lo anterior, con lagunas, con aspectos que faltan pero no se toma posición global frente a la Constitución ni se comprende la unidad que presenta, en parte porque se comparten las ilusiones democrático-burguesas o porque se defienden.
Para Onaindía, el NO a la Constitución es porque falta autodeterminación, pero en lo demás, vale.
En otras organizaciones, como Acción Comunista, el NO es porque la Constitución podría haber sido mejor de como es, lo cual no tiene ningún fundamento materialista. En LCR, porque las partes negativas sobrepasan con mucho a las partes positivas y además hay importantes lagunas (derechos de la mujer, homosexuales, etc).
Ante esto, nosotros decimos que el NO es confuso y políticamente incorrecto porque encierra la aceptación del perfeccionamiento de la democracia burguesa. Se sitúa en el terreno de la 'ampliación' de las libertades burguesas y no en el terreno del enfrentamiento y antagonismo entre democracia burguesa y democracia obrera.
La abstención es una consigna del momento actual, como por otra parte deben ser las consignas de acción, no es la consigna para todas las constituciones y en todos los momentos. Pero además, y esto es lo más importante, la política de abstención ante el referéndum constitucional no es una palabra, es una política y con esto entramos en la parte final de este artículo.

2. La lucha contra la Constitución burguesa hay que situarla desde dentro de la línea de masas.
1.- Unir los problemas sentidos de las masas a la lucha contra la Constitución. Dar forma política al descontento general de las masas. Canalizar este descontento y elevarlo a luchas políticas contra el Estado burgués.
Nuestra labor de comunistas y de vanguardia consiste en dar forma política, es decir, de lucha contra el Estado burgués, al descontento generalizado que existe entre amplios sectores de las masas en la situación actual. A través de nuestras tareas de agitación política hemos de clarificar las raíces de ese descontento, conectando los problemas inmediatos con la política de la burguesía en el poder y las actuaciones del Estado burgués. Esa conexión existe objetivamente pero está anulada y distorsionada por la presencia de la ideología burguesa entre las masas y, en particular, por la acción del revisionismo. Nuestra labor no consiste en 'inventarnos' nada sino en ser capaces de mostrar a las masas la realidad objetiva tal y como es y las vías políticas de transformación de esa realidad hacia posiciones favorables a los intereses de las masas.
Esa labor de unificación de la visión sobre los problemas y de las alternativas,  esa labor de concienciación debe partir de la situación real pero para avanzar hacia cotas más avanzadas.
2.- Combinar las tareas generales con el trabajo local. El trabajo local tiene una dinámica propia que es necesario saber controlar y no anular con las tareas generales. De ahí la necesidad de combinar.
3.- Elevar el nivel de conciencia de las masas. Esta tarea general que está presente en el trabajo comunista se concreta hoy en el combate contra el estilo cliché en todas sus formas. En particular en la agitación oral y escrita a las amplias masas, hay que decir las cosas de forma clara, sencilla y apoyándonos en los hechos. Y ligado con esto, recordar que 'las ideas justas no vienen del cielo', vienen de la práctica y en concreto, aplicado a este punto vienen de la investigación y el estudio entre las masas.
4.- Unir la lucha económica y la lucha política.
5.- No dejar de lado las tareas de organización a todos los niveles.
6.- Unir todo lo que pueda ser unido a la política revolucionaria.
7.- Concentrar las fuerzas en el ataque principal.
8.- Seguir estudiando.
9.- Movilizar todas las fuerzas. Permitir que se desarrollen todas las iniciativas.
10.- Saber muy bien lo que pretendemos con nuestra política. Esto es fruto de la discusión política y de fijar los objetivos con claridad y precisión.                  

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