Good morning, Spain, que es different
Ayer,
una persona que caminaba por la calle delante de mí, hizo un gesto que me
devolvió recuerdos de hace años. Fue un hecho nimio, casi imperceptible, como
otros muchos de los que ocurren cada día en una gran ciudad, sin relevancia sociológica;
un acto no representativo socialmente, pues no está respaldado por datos,
estudios o estadísticas que den cuenta de su extensión o magnitud, pero sí indicativo de lo
que está sucediendo en este país.
Un
hombre de mediana edad caminaba delante de mí y en un momento dado se agachó,
recogió una colilla del suelo, la encendió y siguió caminando, tan ufano por el
hallazgo, fumándose aquel residuo de un cigarro ajeno; una “toba” o una “burilla”.
Había
visto personas de diferente edad y sexo, también niños, tratando de encontrar
alguna ayuda para sobrevivir hurgando en papeleras y contenedores a ver si la
suerte les ponía al alcance de la mano objetos metálicos, restos de aparatos electrónicos,
cartones o embalajes; también había visto sacar diarios, revistas y papelote de
los contenedores, buscar productos caducados en los contenedores de basura de
los mercados y supermercados, pero hasta ahora no había visto reciclar tabaco ajeno
sobre la marcha. También me han dicho, aunque yo no lo he visto, que hay gente
que atrapa palomas en los parques con la intención de llevarlas a la cazuela. Los cual me lleva a aquella idea de Groucho Marx, el más filosófico de los brothers, de que la bonanza era cuando la gente daba de comer a las palomas y que la crisis era cuando sucedía lo contrario.
¿Acaso
llega la España de postguerra después de la España postmoderna? Pues ya se ven
indicios de la vuelta de viejos oficios y ocupaciones artesanales o, como decía
Valle Inclán, de maneras de vivir que no dan para vivir. ¿Vuelven los traperos,
de los chamarileros, de los chatarreros? ¿Volvemos al mundo barojiano de La busca?
Acaso
sea el antiguo colillero la figura representativa del emprendedor sin capital,
que nos propone el Partido Popular instando a los que menos tienen a sacar
adelante el país.
Mientras tanto, Rajoy, que no pisa la calle desde hace
años, intenta convencer a los chinos de que España camina definitivamente por
la senda de la recuperación y de que es la locomotora de Europa, en contra de
lo que afirman Draghi, la OCDE y el mismísimo Banco de España.
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