viernes, 26 de septiembre de 2014

Es una orden

Good morning, Spain, que es different.
“Sentaos todos. Es una orden”. Así ha reaccionado el comisario político de “Génova” en la redacción de los servicios informativos de RTVE ante las protestas de los redactores. Reafirmar la jerarquía y recalcar quien tiene el mando no muestra una predisposición favorable al entendimiento. Es un mal principio para hablar, porque recuerda de inmediato la frase de Tejero en el Congreso: "Se sienten, ¡coño!". Pero así son las normas del libro de estilo del PP. Todo muy marcial y al hispánico modo. No aprenden.
Los trabajadores de RTVE no son soldados, son empleados públicos que han conseguido su plaza por oposición. Gilgado, no; ha sido puesto a dedo por Somoano, que es el gran inquisidor. Tan bueno, que logró convertir Telemadrid en un dócil aparato de propaganda al servicio de Esperanza Aguirre y, de paso, hundirla económicamente. Gilgado llegó a TVE también desde Telemadrid, pero empezó como becario en la emisora de la Conferencia Episcopal, otra institución jerárquica o la más jerárquica del mundo, lo cual puede dar una idea de cómo entiende la labor de informar.
Se veía venir el malestar en la Casa y la dimisión de Echenique es una prueba de ello. La pérdida de audiencia es continua y clamorosa por la manipulación descarada de la información. Lo mismo que en todas las emisoras autonómicas donde el PP gobierna, que, además de ser buenos ejemplos de mala administración, son malos ejemplos de propaganda -también la hay buena-, pero hasta en esto son chapuceros, porque ni saben ni aprenden. Y cuando eso sucede y no se sabe qué hacer, se recurre a recordar quién manda, no quien dirige, que es lo difícil, sino quien manda, y se ordena a los subordinados que permanezcan sentados, en posición de inferioridad y pasivos, para hacer patente quién está arriba y quién está abajo; la verticalidad indica el rango, que es lo importante cuando se tiene una visión elitista de la sociedad: los de arriba son los depositarios de la autoridad, saben y mandan; los de abajo trabajan (cuando pueden) y obedecen (siempre).
Nadie puede sobrepasar la altura del rey (de Siam, recuérdese la película), ni la altura de la cabeza del ayatolah máximo, sobre todo si es una mujer. Arriba y abajo.
Por eso Esperanza Aguirre, condesa de Murillo, grande de España y “miembra” de las clases no ya altas, sino altísimas, pretendía restaurar la autoridad en las aulas recuperando la tarima para el profesor. ¡Ah, la autoridad!

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