Es
preciso estar habituado al ejercicio de traducir, al lenguaje común y claro, las
tergiversaciones y sobreentendidos de la política barcelonesa. Detrás de
aquella exaltación del patriotismo catalán, para contener las escisiones de
clase, había la necesidad y la dificultad de imbuir el catalanismo en la
porción más numerosa del proletariado de Cataluña. Otros han dicho más
claramente: <Hay que catalanizar el campo>. Es decir, que tanto el
campesino como el obrero industrial fuesen, antes que marxistas o
sindicalistas, nacionalistas. Antes que Marx o Sorel o Bakunin, Ramón Berenguer
IV o Maciá…
Manuel Azaña: “Cuaderno de La Pobleta (1937)”, Memorias políticas y de guerra (II),
Barcelona, Crítica, 1978, p. 132.
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