“Los nacionalismos contra la Constitución
El texto de 1978 dio lugar a la apertura de un
proceso de reforma de la estructura del Estado que supuso una auténtica
revolución territorial. Con un único precedente, frustrado por la caída del
régimen, durante la II República Española (el denominado Estado integral), el
sistema autonómico no sólo se generalizó en el conjunto del país tras los
acuerdos políticos de 1981 y 1992, sino que avanzó a una gran velocidad, de
modo que la descentralización acabaría dando lugar a la construcción de un
verdadera sistema federal. Tal constatación no sólo hace difícil de entender
que algunos vean en una supuesta ‘reforma federal’ la solución a los problemas
planteados por los nacionalismos vasco y catalán desde el inicio de la
descentralización, sino que convierte sobre todo en totalmente incomprensible
la propia existencia de una constante reivindicación nacionalista de más
autonomía. Las cosas se han desarrollado de modo tan paradójico que, contra todo
pronóstico, a medida que avanzaba el autogobierno de Cataluña y del País Vasco
se iban haciendo allí más radicales y perentorias y no menos, como habría sido
de esperar, las exigencias de sus instituciones respectivas a favor de mayor
descentralización.
Tal
reivindicación acabaría evolucionando hacia una ruptura radical con el modelo
autonómico que dio al País Vasco y a Cataluña un poder político muy superior al
que tienen en su manos la mayor parte de las unidades políticas de los Estados
federales”.
Roberto
L. Blanco Valdés: “Constitución de 1978: ¡Feliz cumpleaños!”, en Claves nº 261,
Noviembre/diciembre, 2018.
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