Mi hipótesis de trabajo es que la historia
del nacionalismo catalán, en sus diversas fases, es la historia de una
revolución burguesa frustrada (…) El nacionalismo catalán nació, se desarrolló y dio de sí lo mejor de
sus energías en el período en que el modo de producción capitalista pugnaba por
elevarse en el plano hegemónico, sin conseguirlo plenamente. Al secular
esfuerzo de la burguesía industrial catalana por ejercer su hegemonía en el
bloque dominante, sin conseguirlo en ningún momento, corresponde en el plano
político e ideológico un planteamiento que va del asalto directo al poder
central (hasta el período revolucionario abierto en 1868, en líneas generales)
al asalto periférico (fase nacionalista). La primera fase terminó con un
compromiso inestable, de carácter oportunista (Restauración) y la segunda con
otro compromiso a largo plazo y a nivel superior (cuyos comienzos podríamos
situar en 1917), del que todavía no ha salido ni es probable que salga ya. El
drama de la burguesía catalana es que en ninguna de estas fases ha conseguido
alzarse con la victoria.
J.
Solé Tura: Catalanismo y revolución
burguesa, Introducción a la edición castellana de 1974, Barcelona, El viejo
topo, 2017, p. 47.
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