viernes, 14 de septiembre de 2018

Pistas


(para Maravillas Cora).

1ª pista. Cinematográfica. Jerry Webster (Rock Hudson en “Pijama para dos”), un publicitario neoyorkino (Mad men) con malas artes, para tapar uno de sus líos soborna a una testigo ofreciéndole rodar un anuncio para la tv. El anuncio se rueda pero el producto no existe y Jerry no piensa emitirlo. Pero su inútil y acomplejado jefe (Tony Randall), imitando lo que él cree que haría Jerry, ordena emitir el anuncio del inexistente producto mediante una campaña de saturación en televisión. Vende humo.

2ª pista. Propaganda: insistir en las mismas y pocas ideas, que deben ser sencillas y fáciles de comprender, es fundamental para influir en la gente. Gobbels resumió la idea de la saturación con la frase: una mentira repetida mil veces acaba por convertirse en una verdad. El movimiento nazi era una consecuencia política del irracionalismo filosófico y del romanticismo alemán, en consecuencia, su propaganda no iba dirigida a la racionalidad de la gente (ratio-propaganda), sino a excitar sus sentimientos más primarios (senso-propaganda), entre ellos la fe.

3ª pista. Políticas. Los movimientos totalitarios utilizan la senso-propaganda para mantener en estado de excitación permanente a sus seguidores y poder movilizarlos con facilidad. Sin movilización continua de las masas no hay movimiento totalitario.

4ª pista. Religiosa. “A Cataluña la hizo Dios, no los hombres; los hombres sólo pueden deshacerla” (obispo Torras y Bages). Estas y otras ideas semejantes de los “padres fundadores” del nacionalismo afirman la existencia de una Cataluña imperecedera y cristiana. “El Orfeo catalán fue Cristo”.

5ª pista. Derecho. El derecho cambia, pero los indepes, rechazan someterse al derecho vigente, primero, porque es del Estado opresor; segundo, porque es artificial, una convención reciente; tercero porque el único derecho que cuenta es el histórico, asentado en los usos de la vieja Cataluña cuyo orden está emanado de la naturaleza. “Al dogma falsísimo de que la mayoría todo lo puede menos convertir a una mujer en hombre, oponemos el principio del respeto a la obra de los siglos, a la congruencia de la naturaleza, a los órganos esenciales de la sociedad, a las entidades naturales en que el hombre nace, vive y muere” (Torras y Bages).   

6ª Localismo. Congruente con la noción natural y cristiana es la defensa de lo local, de lo regional, como lo puro, lo primario, lo incontaminado, alejado del “hedor de la ciudad” y de “las concupiscencias que desatan los apetitos humanos”. La región es el paradigma, que luego deriva hacia la región independiente: la nación (pero igual de paleta). “La forma regional, repetimos, es una extensión de la familia, se basa en ella; cada región es una federación de familias unidas entre sí con estrechísimos lazos naturales, viniendo quizá todas de un mismo origen” (T y B).

Para Maravillas Cora (2)

7ª pista. Heurística.
El mundo bipolar de la guerra fría sigue deshaciéndose -de forma pacífica pero no exenta de tensiones y también violentamente- impulsado por grandes lógicas políticas, ideológicas, científicas, económicas y financieras, que repercuten de diferente manera en los países, según sean su tamaño, su desarrollo económico y científico, su potencial militar, su ubicación geográfica, sus alianzas políticas y comerciales, su zona de influencia, su proyección estratégica, el vigor de sus instituciones, la actitud de sus ciudadanos, etc, etc.
Han emergido nuevos grandes actores que aspiran a reemplazar a los viejos en la orientación del planeta y nuevas corrientes ideológicas con programas de confrontación, que pugnan por desplazar a los viejos programas de consenso. Estas mutaciones no se perciben sólo en los campos citados, sino en el ámbito de la cultura, del arte, de la literatura, de la música, del ocio o de la moda, e implican nuevos valores, nuevas propuestas de vida, nuevas actitudes, que apelan a los ciudadanos a adaptarse a ellas de buen grado o mediante coerciones marcando la vida cotidiana.
Todo ello es recogido por los medios de comunicación -los tradicionales y los nuevos, todos ellos con sus intereses- que, mediante un aluvión de noticias muy diverso origen y consideración, ofrecen diariamente una visión actual y dinámica del mundo, pero también desordenada, incoherente y, en definitiva, confusa. La rabiosa actualidad es cambiante,  engañosa y desconcertante
Así, pues, la percepción del mundo que diariamente recibimos a través de los medios de comunicación -no tenemos otra forma- es la de un laberinto en el cual es difícil orientarse, pues intentarlo exige un gran esfuerzo.
Este puede ser -grosso modo- el panorama general, el gran escenario de la representación del mundo, cuyas tensiones se reproducen en el escenario nacional, a las que se añaden los problemas particulares -los diablos familiares-, problemas coyunturales y problemas estructurales. En el caso que nos ocupa, Cataluña, un problema estructural, se añaden los problemas de coyuntura: el agotamiento político de CiU, la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatut, los efectos de la recesión económica y de las medidas de austeridad sobre la población catalana, la desafección ciudadana respecto a la clase política en general, el deterioro de la Casa Real, la fuga de CiU respecto a su responsabilidad política en la situación social de Cataluña y penal respecto a la corrupción (3%, Palau y un largo etc), las políticas del Gobierno central (Madrid), la politización de una generación que no conoció la dictadura y que descarga la responsabilidad de todo lo que sucede en la Transición.  Y todo esto, con sus correspondientes luchas políticas, aparece diariamente en los medios de comunicación, unido a lo que llega del escenario mundial, con lo cual aumenta la confusión y se precisa un gran esfuerzo para procesar toda esa información, gran parte de la cual cambia cada día, por lo menos de aspecto, y ordenarla en un discurso coherente, que pueda dotar de sentido a la realidad y a la propia vida dentro de ella, esfuerzo que no todo el mundo quiere o puede realizar. Y ahí está la gran baza del nacionalismo, con un discurso pertinaz, monocorde, sencillo y profético.
El nacionalismo, por su visión romántica de la historia, elude las tensiones del presente remontándose a un pasado idealizado, donde en lugar del dinamismo actual reinaba la quietud a largo plazo manifestada en la permanencia de las costumbres, en la tradición de las instituciones y donde en lugar de los conflictos sociales reinaba la armonía de las extensas relaciones de parentesco y, en vez de la competencia en el mercado imperaba la pequeña producción precapitalista. La Cataluña eterna y plena, de ayer, de hoy y de mañana, es un imaginario retrato medieval.          
El discurso nacionalista pretende trascender eras y fronteras, tiempo y espacio, eludir los grandes retos que tiene pendientes la sociedad catalana, atravesada por las mismas lógicas que la española, que la europea y que muchas otras, y, en un intento de saltar por encima de las complejidades, ignora los desafíos que se libran a escala planetaria, para proponer como remedio refugiarse en un país pequeño volcado sobre sí mismo para mantener una impostada identidad a toda costa.  
Frente a la dificultad de ofrecer salidas políticas y económicas verosímiles a la globalización, el nacionalismo interpreta como nadie la situación del mundo y se alza con una respuesta inobjetable: la independencia y el advenimiento de una mágica república que sólo traerá prosperidad, bienestar y recuperada plenitud.
Este discurso es eficaz porque se repite machaconamente, salta por encima de las dificultades y de las concreciones y asegura el éxito de la empresa gracias a la existencia de una nación excepcional por su laboriosidad, sensatez y saber hacer y, en las últimas versiones, por su superior calidad moral y racial. Y se aduce como prueba que es un pueblo que ha permanecido idéntico a sí mismo durante siglos y que esa misma voluntad de ser ha de prevalecer en el futuro.
Y muchas almas sencillas y otras tantas que lo parecen se dejan convencer por este discurso: el mundo está muy mal y es muy difícil de entender, pero gracias a Dios y a la Moreneta, tenemos a Puigdemont, a Junqueras, a Artadi, a Torra y a Torrent que no sólo explican la causa de esos males, sino que tienen la solución.

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