A) Cataluña no
es una nación.
B) En realidad,
los nacionalistas tienen un proyecto de nación, hecha a su imagen y semejanza, pero
la están construyendo, y lo hacen desde las instituciones del Estado que
detestan y con fondos públicos que no son sólo catalanes ni de los partidos
nacionalistas. Se cumple el aserto de Anthony Smith[1] de
que primero es el nacionalismo y luego viene la nación.
C) El proyecto
de construcción nacional está muy avanzado, no obstante se muestra incapaz de
convencer a más de la mitad de los votantes. Pero los nacionalistas tienen
prisa, porque el movimiento secesionista parece haber llegado a su techo.
D) Con una
declaración unilateral de independencia, llevada a cabo por la vía que sea, los
nacionalistas pretenden evitarse el trabajo de convencer al 50% no nacionalista
de las ventajas de su proyecto y han decidido imponer un hecho consumado. Así,
los no nacionalistas quedarían vencidos, pero no convencidos, por el referéndum,
o lo que fuere.
E) Los
nacionalistas afirman que obtener un resultado favorable a sus tesis que supere
el 50% de los votos emitidos en un referéndum es suficiente para declarar la
independencia.
F) Pero, en
buena lógica matemática, que es la que aducen los nacionalistas, (pero que no
siguen, véanse los resultados del referéndum de cartón y de las elecciones “plebiscitarias”),
a ese parco resultado le correspondería declarar la independencia de la mitad
de Cataluña (a elegir), por lo tanto, el elevado porcentaje de ciudadanos opuestos
a la secesión quedaría como rehén de los nacionalistas en el nuevo país.
G) La mitad del país prisionera de la otra parte. Buen comienzo para la
nueva república
[1] Anthony
D. Smith: “Las teorías del nacionalismo” (Península, 1976); “Nacionalismo”
(Alianza, 2004); “Nacionalismo y modernidad” (Istmo, 2000).
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