domingo, 29 de mayo de 2016

No salen las cuentas (I)


Good morning, Spain, que es different

El día 26 de junio se han de celebrar nuevas elecciones legislativas, pero probablemente el resultado de las mismas no será muy distinto al del pasado 20 de diciembre, dado que seguimos con el mismo sistema electoral y con los mismos partidos en liza.
La suma de los votos obtenidos entonces por los partidos de la derecha: PP, C’s, DiL, PNV y CC, fue de 11.658.749, y 178 la suma de los escaños.
La suma de los partidos de izquierda: PSOE, Podemos, ERC, IU-UP, Bildu fue de 12.456.243 votos, a los que correspondieron 172 escaños. Aquí se nota la penalización que sufrió IU-UP, que con 922.579 votos sólo obtuvo 2 escaños, cuando teniendo un número de votos equivalente a la suma de los de 599.289 de ERC más 301.585 del PNV, le hubieran correspondido 15, de guardarse la misma proporción. Pero dejando está hipótesis, la suma de los votos de los partidos de la izquierda supera en 797.494 a los de la derecha.
Ahora bien, el bloque de la derecha no es homogéneo, si separamos los 867.086 votos y los 14 escaños de los partidos nacionalistas de derecha DiL y PNV, queda que la suma de los votos de PP, C’s y CC es 10.791.663, y la de sus escaños es 164. Suma que queda también por debajo de los votos de la izquierda no nacionalista, pues si restamos los 817.765 votos de ERC y Bildu, con 11 escaños, queda la suma de 11.638.487 votos del PSOE, Podemos, IU-UP, que supera también la suma de votos de los partidos de la derecha, pero no en escaños, 161 de las izquierdas, frente a 164 escaños de las derechas. Pero la representación parlamentaria se volcaría en favor de las fuerzas de izquierda si en vez de los 2 escaños de IU le atribuimos los 15 de la hipótesis antes indicada.
Aquí vemos que el sistema electoral está diseñado para corregir la voluntad de los electores, lo cual no es de extrañar, pues la vigente ley electoral (LOREG, 1985) no alteró el contenido del Real-Decreto Ley 20/1977, de 18 de marzo, que no fue elaborado por demócratas, sino por quienes habían sido hasta la muerte de Franco miembros del aparato estatal de la dictadura.
La ley electoral de 1977 fue preparada para que UCD, que representaba a los reformistas del averiado Régimen, pudiera ganar las elecciones del 15 de junio de 1977. “Con muy poco más de un tercio de los votos, UCD se alza con más del 47% de los escaños en liza”, así lo reconocía José Ignacio Wert, cuando era presidente de Demoscopia, en “Memoria de la transición”, El País, 1996.
Debe recordarse que el Partico Comunista no fue legalizado hasta abril de 1977 (sábado santo) y que los partidos a su izquierda siguieron siendo ilegales, por lo que tuvieron que concurrir a las elecciones del 15 de junio, los que optaron por ello, con nombre supuesto.
Dado que el sistema electoral figura en la Constitución, el sistema de listas cerradas y bloqueadas, la dificultad de presentar una moción de censura, los escasos mecanismos otorgados a la oposición para controlar la acción del gobierno y el reglamento de las cámaras, que supone la última ortopedia para desvirtuar la voluntad de la ciudadanía, a lo que hay que sumar el uso perverso que se ha hecho de esta legalidad, no es de extrañar el vacío existente entre la España oficial, la España política, institucional y la España real, la emanada de la voluntad de la gente. De lo cual se deduce la ingente tarea legislativa que tienen por delante quienes aspiren a reformar el sistema representativo para corregir sus vicios y desviaciones y hacerlo más permeable a la voluntad de los ciudadanos, es decir, más democrático.
Pero queda otro ingrediente que explica la complejidad del momento, que es el ideológico.

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