viernes, 13 de mayo de 2016

Juntos, ni al Senado


Good morning, Spain, que es different
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Pedro Sánchez rechaza una candidatura de izquierdas para concurrir al Senado.
La propuesta de Podemos de ir juntos al Senado, donde las listas son abiertas, no parece ni un disparate ni una ofensa a los socialistas. Y no vale aducir para rechazar el pacto el poco tacto mostrado por Pablo Iglesias con el PSOE, porque tampoco en el PSOE se han quedado cortos a la hora de calificar a Podemos (hay que ver, y sobre todo oír, lo que ha salido por algunas boquitas de los nuevos y de los veteranos), ni escudarse en el fracaso de la experiencia del PSOE (Almunia) con IU (Frutos), en el año 2000, que partía del equivocado dictamen de la derrota de 1996, calificada de dulce, cuando en realidad señalaba el ocaso de un ciclo político y económico y el comienzo de otro (la aznariana segunda transición) marcado por la derecha sin complejos, que vinculaba su destino a la globalización imperial bajo la hegemonía de los neocons americanos.
En el año 2000, aún estaba muy fresco el recuerdo de los años finales del felipismo (crisis de 1992, tras los fastos (y los gastos), devaluación de la peseta, Filesa, RENFE, GAL, Roldán, papeles del CESID, etc, etc), y el PP ascendía con fuerza, impulsado por el auge económico exterior e interior ("España va bien", Aznar, marzo, 1997).
La situación de hoy, tanto política como económica, pero sobre todo en el ánimo social, es muy diferente a la de aquellos años y de poco valen los paralelismos, salvo para despistar a la propia tropa y confundir a las almas cándidas.
Desconozco cuál es la corriente ideológica de la socialdemocracia en la que se ubica Pedro Sánchez, aunque parece que es un digno representante de la Nueva Vía (Zapatero, Trinidad Jiménez, Jesús Caldera, José Blanco, Jordi Sevilla, Miguel Sebastián), réplica española de la descafeinada Tercera Vía (de Giddens, Blair, Schroeder, Jospin), que, tras la caída del muro berlinés y la desaparición de la URSS, mostraba la rendición de la socialdemocracia ante el neoliberalismo victorioso. Pero aunque Sánchez fuera un genuino representante del espíritu fundacional de Pablo Iglesias (el tipógrafo, no el seguidor de Juego de tronos), dispone de escasa capacidad de maniobra en un PSOE que necesita como el comer (para vivir o sobrevivir), una edición actualizada del congreso de Suresnes, que alivie al partido de la carga de muchos de los pesos pesados (pesadísimos), que entonces, frente a los que fueron arrinconados en el PSOE (histórico), aparecían como algo nuevo, pero hoy representan a una generación comprometida con la conservación del mundo existente.
Sánchez está presionado por el sector populista acaudillado por Susana Díaz, que ha mostrado, de palabra y obra, sus preferencias al prescindir, en una maniobra que no le salió bien, de un gobierno en coalición con Izquierda Unida para tener otro apoyado por Ciudadanos. Y ese es su horizonte táctico, cuando ha marcado el destino de Sánchez al frente del Partido al ponerle muy alto el listón electoral -sólo le vale ganar-, confiando en que no gane. Luego vendría un pacto de Gobierno con Ciudadanos y quién sabe si con un PP renovado y sin Rajoy, o incluso con Rajoy, en aras de la recuperación económica y de la responsabilidad política, como defienden algunos que tienen como guía la gran coalición a la alemana, olvidando que el ejemplo germano carece de parangón en España, pues el partido de Merkel no ostenta al baldón de corrupción que anega al partido de Rajoy, ni fue fundado por ministros de Hitler, como si lo fue el Partido Popular fundado por cinco ministros de Franco. Lo cual se nota.
Esa apuesta puede ser grata a algún sector del PSOE, pero podría suponer su suicidio en un momento en que el deterioro institucional y los persistentes efectos de la crisis sobre una parte importante de la población asalariada y sobre los estratos inferiores de las clases populares exigen reformas tan urgentes y profundas, que sólo se pueden afrontar desde un gobierno que tenga el respaldo de todos los partidos que se sientan de izquierda.    

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