Good morning, Spain, que es different
Ignoro de dónde ha salido la idea, quienes la han
promovido, cuáles son las palancas que se han tocado y de dónde proceden los
apoyos recibidos, quizá un día nos lo cuente un hispanista inglés, pero de lo
que no hay duda es que lograr la dimisión de 17 miembros de la Ejecutiva Federal del
PSOE, tres días antes de reunirse, es un golpe maestro. Una maniobra que huele
a caverna, a capital, a especulación, a paraíso fiscal y a sacristía; a viejos
poderes fácticos, en los que hay que incluir a la prensa.
Con ello, y para dotar de argumentos a cada una de las partes, se abre en el PSOE una discusión llena de
tensiones sobre la legitimidad “de los insurrectos”, de la Ejecutiva dimitida o
de la vigente y mermada, sobre si hay vacío de poder o no lo hay, sobre la
función de la Comisión de Garantías y la formación o no de una gestora; en
definitiva sobre la interpretación de los Estatutos, pero todo ello ha de
conducir a un congreso, que es lo que
proponía Sánchez, aunque después de unas elecciones primarias, o a un congreso “con
garantías”, como proponen sus críticos. Pero eso no es lo fundamental. Es
posible que el partido se divida en dos partes o que, tras el congreso,
ordinario o extraordinario, se vuelva a conjuntar, en todo caso el daño hecho
al PSOE en esta coyuntura ya es irreparable, pero eso lo sabían quienes han
promovido la operación, porque su objetivo no era sólo obtener la cabeza del
secretario general.
Todos los indicios, así como el momento elegido, apuntan a una
reacción desesperada para lograr la investidura de Rajoy, cuyo gobierno sigue
siendo necesario para concluir una remodelación social que permita asegurar por
largo tiempo el crecimiento del beneficio empresarial y culminar la reorganización de Europa. Lo cual indica que la
crisis no ha terminado, que la precariedad laboral y la depreciación salarial
no son todavía suficientes, que el Estado del bienestar se debe reducir más,
que las privatizaciones aún no han alcanzado su techo y que se asumen los
nuevos recortes que exige la Unión Europea, porque el tope del déficit público
no se ha alcanzado y la deuda externa con Rajoy no ha dejado de aumentar.
Eso es lo que tiene por delante el nuevo gobierno, y quienes han inducido el golpe contra Pedro Sánchez esperan que lo cumpla fielmente Rajoy, con la colaboración de un PSOE debilitado, o lo que quede de él, por responsabilidad y sentido de Estado.
Eso es lo que tiene por delante el nuevo gobierno, y quienes han inducido el golpe contra Pedro Sánchez esperan que lo cumpla fielmente Rajoy, con la colaboración de un PSOE debilitado, o lo que quede de él, por responsabilidad y sentido de Estado.
Quienes han urdido la maniobra desean evitar a toda costa un
posible gobierno de tendencia levemente progresista, y creen que el momento
propicio es este, pues saben que Podemos está en reconstrucción, por lo cual no
puede ser el reemplazo del PSOE, y además puede haber tocado techo electoral a
tenor de los resultados de junio.
Ante unas posibles elecciones en diciembre, el PSOE, tras
la maniobra queda muy tocado, si no llega ya dividido, con lo cual Podemos, en
caso de que obtuviera un buen resultado, que estaría por ver, carecería del principal socio para formar un gobierno alternativo al del PP, lo mismo que Ciudadanos,
que seguramente se inclinaría hacia la investidura de Rajoy, también por razón
de Estado.
Con esta maniobra se deteriora
aún más el régimen bipartidista al debilitar una de sus dos patas, pero a los
inductores eso no parece preocuparles o quizá pretendan sustituir el sistema de
dos partidos por el de un partido hegemónico, o en realidad, por un único
partido con capacidad de gobernar, con lo cual tendríamos derecha para rato.
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