jueves, 22 de septiembre de 2016

Esperando a Godot

Good morning, Spain, que es different

Godot no acaba de venir; dicen que a lo mejor llega el día 25 a Galicia o quizá al País Vasco, y que desde allí pondrá orden en Spain y hará posible la investidura de un Jefe de Gobierno. Quizá Godot esté ya aquí y no lo sepamos, porque esté de cuerpo presente, políticamente muerto pero en funciones.
Mientras se pelean, declaran, hacen campaña y aburren al personal, los partidos políticos esperan demasiado de las elecciones autonómicas vascas y gallegas. Por lo que anticipan las encuestas, las cuentas no salen o casan difícilmente, porque los números no son neutrales, sino que detrás vienen las letras, las ideas, los programas, los propósitos y esos son difícilmente conciliables. Mientras tanto, cada cual va a lo suyo.
En el PP esperan que el triunfo de Feijoo se convierta en un argumento inapelable a favor de Rajoy. Entre tanto lo tienen fácil, pues, para tratar de salir airosos del brete les basta con echar a Sánchez la culpa de todo; de no aceptar la investidura de Rajoy a cambio de nada y de que los electores vayan a las urnas el día de Navidad, como lo ha decidido el Gobierno en funciones. Quieren una abstención del PSOE para investir a Rajoy, que será una abstención a Rita Barberá, al caso Taula, a la trama Gurtel, a la red Púnica, a las maniobras del ministro del Interior, a Lucía Figar y a casos de corrupción más modestos que van saliendo cada día aquí o allá y que se van sumando a esa treintena de procesos judiciales en curso. La abstención sería un aval a la privatización legal y delictiva de bienes públicos, al rescate de la banca con fondos públicos, que se dan por perdidos en su mayor parte, a los recortes en toda el área social del Estado, a la autoritaria forma de gobernar del PP, que no va a cambiar, porque no saben ni quieren hacerlo de otra manera.
En cierta medida, que Rajoy no sea investido por el veto del PSOE es una prueba del relativo éxito de Ciudadanos y Podemos al intentar romper el bipartidismo, que, no sólo persiste, aún disminuido, sino que se ha reproducido a un nivel subalterno. Teníamos un bipartidismo casi perfecto y ahora tenemos dos imperfectos, aunque de distinto tamaño.
Ciudadanos se juega poco en estas elecciones aunque apuesta por poner una pica, una sola, en el País Vasco. Rivera quiere ser útil y juega a dos manos,   animando, ora a Sánchez, ora a Iglesias a moverse, pero ambos están remisos esperando a Godot.
Sánchez, encastillado en una firme, por ahora, postura ética, resiste heroicamente la presión del PP y la que es peor, la presión de sus barones y baronesas. Mientras la vieja guardia, ¡qué digo vieja! ¡viejísima!, que debería refugiarse no en sus cuarteles de invierno sino en sus consejos de administración, se lo pone difícil. El PSOE necesita como el comer un Congreso de Suresnes II, que dé paso a gente más joven y menos comprometida con el asqueroso “establishment”.   
IU hizo mutis por el foro para asumir un papel subalterno en la Gran Confederación, aunque aún tiene seguidores en el Foro madrileño y en el coso nacional, pero sus opiniones carecen de peso. Lástima, también había gente sensata.   
En Podemos siguen entretenidos con el juego de tronos, que se disputa en las taifas y en el mismo politburó, amenazando incluso al trono del rey Pablo. Cada día entiendo menos a estos chicos y chicas.  
Habría una posibilidad poco probable de desatascar la situación: que no venga Godot, y que Feijoo recoja una mala cosecha con la ayuda de Rajoy. Quizá eso obligaría a moverse al PP y a enviar a Rajoy a Santa Pola, a ejercer de registrador de la propiedad. Sería algo portentoso, pero hoy es jueves y, como indicaba Berlanga, se puede esperar un milagro.    

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