lunes, 12 de septiembre de 2016

Brenan. Patria chica

“España es el país de la `patria chica'. Cada pueblo, cada ciudad, es el centro de una intensa vida social y política. Como en los tiempos clásicos, un hombre se caracteriza, en primer lugar, por su vinculación a su ciudad natal o, dentro de ella, con su familia o grupo social, y sólo en segundo lugar, a su patria y al Estado. En lo que puede llamarse su situación normal, España es un conjunto de pequeñas repúblicas, hostiles e indiferentes entre sí, agrupadas en una federación de escasa cohesión. En algunos grandes períodos (el Califato, la Reconquista, el Siglo de Oro) esos pequeños centros se han sentido animados por un sentimiento o ideas comunes y han actuado al unísono; mas cuando declinaba el ímpetu originado por esa idea, se dividían y volvían a su existencia separada y egoísta. Esto es lo que ha dado su carácter espectacular a la historia de España. En lugar de unas fuerzas que se van formando lentamente, como es el caso de otras naciones europeas, se han sucedido alternativamente los minúsculos conflictos de una vida tribal y unas grandes explosiones de energía que, económicamente hablando, surgen de la nada.
Así, pues, el principal problema político ha sido siempre el de alcanzar un equilibrio entre un gobierno central eficaz y los imperativos de la autonomía local. Si en el centro se ejerce una fuerza excesiva, las provincias se sublevan y proclaman su independencia; si esa fuerza es insuficiente, se retiran sobre sí mismas y practican una resistencia pasiva. En sus mejores épocas, España es un país difícil de gobernar”.
Gerald Brenan: <El laberinto español>. “Prólogo”, París, Ruedo Ibérico, 1962

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