Good morning, Spain, que es different
En el
ocaso del franquismo, Luis Ramírez, seudónimo de Luciano Rincón (1933-1993), escribía
en el artículo "Morir en el búnker" -Cuadernos Ruedo Ibérico, Horizonte Español 1972 (I)-: "Todos
cuantos han sobrevivido por el medro irrepetible lucharán para que no se acabe
el chollo. Desde la altura del almirante (Carrero Blanco) hasta la bajura del
chupatintas de la burocracia sindical, no hay que engañarse sobre la extensión
y población del búnker”.
Pronosticaba
el periodista la numantina resistencia que opondrían los agraciados del régimen
franquista a cualquier intento de reforma que les pudiera privar de sus
prebendas, y el término “bunker” se extendió para calificar a los más acérrimos
defensores de la dictadura, a los partidarios de mantenerlo todo “atado y bien
atado”, a los resistentes a cualquier cambio, en un tiempo y en un país en que
cambiar parecía inevitable, como así lo fue.
Hoy,
llegado otro momento en que el país necesita cambiar de rumbo y emprender
profundas reformas, los orgullosos herederos de la dictadura se comportan como lo
hicieron entonces sus predecesores en el expolio nacional, sin importarles las consecuencias
internas o internacionales de su inmovilismo, pues sus intereses -los intereses
creados y los intereses por crear de su partido y de sus partidarios- se colocan
por delante del interés nacional, público, colectivo.
Rajoy,
fiel al modelo recibido, ha tratado de gobernar como Franco, y en buena medida lo
ha conseguido, a costa de desvirtuar la función de las instituciones públicas, pero
el PP le ha seguido, le ha alentado, le ha protegido, sin que se hayan oído
voces discrepantes de importancia: en Génova reina la unanimidad y todo el
Partido se ha cerrado en banda en torno a Rajoy, al que sigue manteniendo
contra viento y marea como el candidato ideal a la presidencia del Gobierno sin
admitir la más pequeña rectificación, ni hacer un gesto, por mínimo que sea,
que indique la intención de respaldar con hechos las promesas de pacto y de
regeneración que propalan con vacua retórica.
Pero nada
hay nuevo bajo el sol de España; la oferta de Rajoy y del PP a los ciudadanos y
a los demás partidos es más de lo mismo, la misma política y la misma conducta;
son el búnker, un gobierno caducado pero autoinvestido de un ilegítimo
poder de excepción, que no reconoce al Congreso.
No son Sánchez, ni Iglesias,
ni Rivera quienes impiden formar nuevo gobierno: el tapón es Rajoy, como
entonces lo era Franco, y tapón lo es también el PP, que actúa como entonces lo
hacía el Movimiento Nacional, impidiendo cualquier cambio, a la vista está, con
la intención de seguir utilizando el Gobierno y las instituciones del Estado,
entre otros asuntos, para paliar los daños derivados de la acción de la
justicia, en la treintena de casos de corrupción que se van a sustanciar en
juicios públicos los próximos meses.
Y esto lo sabe Rajoy, y lo
saben en el Partido Popular, pero aguantan, como en un búnker, a costa del
deterioro el país.
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