Good morning, Spain, que es different
De
manera habitual, para situar ideológicamente a los partidos políticos y a sus
seguidores se traza una imaginaria línea horizontal, como una regla de diez
centímetros, pongo por caso, cuyo centro sería el número 5 y los extremos el 0
y el 10. Los partidos y sus seguidores ubican sus preferencias señalando su
posición en la regla, aunque esto no es exacto, ya que no siempre coincide la visión de estos con la que los partidos tienen de sí mismos. Las posiciones cercanas al 0, al 1 y al 2, corresponden a
la extrema izquierda, las posiciones, opuestas, del 8 al 10, señalan la extrema
derecha; siguiendo en sentido numéricamente descendente vendrían las posiciones
de izquierda (3-4), por un lado, y de derecha por el opuesto (6-7), hasta
llegar al centro puro, que, en política realmente no existe, que estaría en torno al 5.
En
los extremos, se sitúan los partidos con programas duros, finalistas o
revolucionarios, reacios a negociar, pues aspiran a aplicar íntegramente sus programas globalmente transformadores, mientras cerca del centro se sitúan los partidos con
programas reformistas, propensos al diálogo y a la transacción; son los partidos
de los medios, puesto que comparten el fin (el modelo económico y social, que
desean conservar). Salvo situaciones excepcionales, no suele haber acuerdo
entre los partidos de los extremos (el pacto a la griega), sino entre los
partidos cercanos al centro.
En
torno al centro -centro izquierda y centro derecha- es donde se suele hallar el
mayor número de votantes, de ahí que los partidos reformistas tanto de izquierda como de
derecha moderen sus mensajes para captar parte de este electorado. Esta es la
causa por la que, buscando el favor de estos votantes, los programas de la
socialdemocracia europea y de la derecha liberal se hayan aproximado tanto, que
son difíciles de distinguir en muchos aspectos, pues las diferencias suelen de
ser grado o de cadencia en la aplicación temporal, pero similares en sus objetivos.
El
quid del asunto está en guardar el equilibrio entre las posiciones típicas del
partido y las que no lo son para atraer nuevos votantes sin perder a los habituales. Por ejemplo, el equilibrio entre el programa básico de la socialdemocracia para conservar
al electorado fiel y las “ofertas” hechas a electores que no son socialdemócratas, pero que podrían aceptar algunos aspectos del programa.
Por el lado de la derecha sucede lo mismo: mantener los rasgos típicos de los partidos conservadores (religión, familia, orden, mercado) para los votantes fieles y al mismo tiempo tratar de crecer a expensas del voto de otros, “voto prestado”, con ofertas de su interés que se alejan, en parte, de los rasgos más ti´picos de su identidad.
Por el lado de la derecha sucede lo mismo: mantener los rasgos típicos de los partidos conservadores (religión, familia, orden, mercado) para los votantes fieles y al mismo tiempo tratar de crecer a expensas del voto de otros, “voto prestado”, con ofertas de su interés que se alejan, en parte, de los rasgos más ti´picos de su identidad.
En
torno al centro -al talante y al terreno donde es posible negociar-, es decir a los espacios de confluencia, se forman los
gobiernos de coalición, pero puede suceder también que un partido aspire a gobernar
en solitario ocupando el máximo espacio del espectro político con un programa
tan extenso que sea atractivo para votantes de centro izquierda y de centro
derecha.
En
los años sesenta del siglo pasado, Otto Kirchheimer definió este tipo de partido de amplio
espectro con el nombre de catch all party,
el partido “atrapalotodo", una especie de partido bazar con una oferta
programática muy extensa, capaz de atraer a electores muy diversos. Este modelo de partido se
impuso en Europa después de la IIª Guerra mundial, es apropiado para países
desarrollados con régimen de derechos civiles (estado democrático), programa
asistencial (Estado del bienestar), sin pronunciadas diferencias sociales (equilibrio de rentas, como tendencia) y con un
sistema de comunicación desarrollado, pues el modelo requiere el uso de los medios
de comunicación de masas para dirigirse a un público tan amplio.
En esta situación pierden importancia los partidos de clase (de ricos y de notables, de trabajadores o de agricultores) y se extiende el modelo de partido para todos, popular, que representa las aspiraciones e intereses de muchos estratos sociales, y particularmente de la extensa clase media, que es típica de esas sociedades. Estos partidos presentan, por tanto, un perfil ideológico muy bajo, poco definido, ambiguo (el partido "hipermercado", donde todo está a mano sin tener que desplazarse fuera).
Pues bien, modestamente,
creo que Podemos se halla en una encrucijada y debe definir su camino: salir de
su ambigüedad ideológica o acentuarla y convertirla en una seña de su
identidad; es decir, aspirar a llegar al gobierno sumando todo lo que sea susceptible de
ser sumado, a costa de dejarse pelos en la gatera, como partido "atrápalotodo", o preparar
el asalto al cielo con los más radicales de sus fieles; o expresado en otros
términos de su estrategia: adaptarse a la ideología hoy dominante o intentar
arrebatar la hegemonía a la derecha.
En esta situación pierden importancia los partidos de clase (de ricos y de notables, de trabajadores o de agricultores) y se extiende el modelo de partido para todos, popular, que representa las aspiraciones e intereses de muchos estratos sociales, y particularmente de la extensa clase media, que es típica de esas sociedades. Estos partidos presentan, por tanto, un perfil ideológico muy bajo, poco definido, ambiguo (el partido "hipermercado", donde todo está a mano sin tener que desplazarse fuera).
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