domingo, 3 de julio de 2016

Prietas las filas

Good morning, Spain, que es different

Por lo visto, hay poco que cavilar a izquierda y derecha sobre el resultado de las elecciones generales. 
En Podemos el diagnóstico está claro: en la campaña electoral ha faltado calle, ha sobrado marketing, han exagerado las encuestas y hay alguna otra cosilla menor; la culpa ha sido de los medios de comunicación, que han emprendido una campaña contra Podemos, y de la derecha, que ha sembrado el miedo, pero cuesta creer que el millón cien mil votos perdidos en seis meses se deba a personas asustadas por la derecha. No cuela. 
El partido está más cohesionado (dicen) y el líder aún más incuestionado, así que, con esas, adelante, que podremos.
En el PP, como ha sido el partido más votado, nada hay que pensar; los resultados avalan lo hecho y lo que está por hacer, reafirman la valía del candidato, ratifican la gestión del gabinete y santifican la corrupción (ego te absolvo a peccatis tuis), así que para qué pensar en cambiar algo, que, por principio, está contraindicado en un partido conservador. Pero veamos cuáles han podido ser las razones de los votantes de la derecha.
Por lo que se refiere a los efectos de las antipopulares medidas del Gobierno en el campo económico, se debe señalar que hay muchísima gente muy poco o muy mal informada, o claramente seducida por la propaganda gubernamental, que ha asumido el tópico infundado de que la derecha gestiona la economía mejor que la izquierda. Otras muchas personas no relacionan la mengua de salarios y pensiones, el paro y la precariedad en el empleo, el aumento de la pobreza y la desigualdad, los recortes y copagos y su peor calidad de vida con las medidas del Gobierno, porque no perciben que el PP actúe con sesgados criterios de clase. Por otra parte, el Gobierno ha procurado aparecer como víctima de una situación muy adversa, efecto de la herencia recibida de Zapatero, un argumento no combatido lo suficiente por el PSOE, y de las decisiones de la Unión Europea, así que Rajoy, pensando en el bien de España (el patriotismo que no falte) ha hecho lo que ha podido -“gobernar no es fácil”, dice en cuanto puede- para enmendar una situación muy difícil, y lo que ha conseguido es bastante, aunque no suficiente, por lo cual hay que seguir con la misma receta y rechazar cualquier otra que lo pueda poner en peligro y hacer retroceder el país a los tiempos de Zapatero. Ese es el miedo sembrado y a la vez la esperanza que lo acompaña: de la crisis se puede salir… si Rajoy sigue gobernando.  
Otro asunto que hace difícil entender el aumento del voto al PP el 26 de junio son los casos de corrupción que afectan al partido de la derecha, que no han cesado de aparecer desde el 20-D en tramas cada vez más extensas y complejas.
Para los votantes de la derecha, la intención del PP de extender la corrupción a todos los demás partidos (la condición humana), los desmentidos, la protección a los corruptos, la lentitud del Gobierno y de la propia administración de la justicia, los delitos que prescriben o el trato benevolente otorgado a los políticos corruptos (que no son considerados delincuentes como otros), suscitan en los votantes de la derecha la impresión de que las denuncias de corrupción son campañas de desprestigio de la izquierda, que acaban en nada, pues al final, los corruptos están en la calle o son condenados a penas muy leves, cuando no han prescrito los delitos que se les imputan o directamente se han archivado los casos.
Por lo cual, entre los votantes del Partido Popular hay distintos niveles de apoyo: los ignorantes y desinformados, los confiados en la buena voluntad de Rajoy del PP, los desentendidos, los agradecidos y los cómplices, los que sí saben y no sólo no les importa, sino que defienden tal estado de cosas por propia conveniencia y convicción. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario