miércoles, 27 de julio de 2016

Ciudades gemelas

A propósito de un comentario de L Roca Jusmet sobre un artículo de Javier Pérez Andújar.

Me gusta. Y comparto, pues Madrid y Barcelona (y Bilbao, Zaragoza y otras ciudades grandes) tienen problemas similares (el de la vivienda, uno de ellos, el de la transculturalidad, otro) cuyo origen es la migración interior. 
Parece ciudades calcadas, con sus barriadas de chabolas, sus barrios de casa baratas, que parecen nichos verticales para vivos, sus empresas constructoras preferidas, su corrupción urbanística; las mismas leyes laborales de la dictadura (y luego de la democracia) aplicadas con el mismo rigor; las mismas dificultades de los trabajadores para salir adelante y las mismas cerradas élites locales reservándose, para ellas y para sus vástagos, los lugares estratégicos del poder político, económico y administrativo. 
No ha habido, ni hay, una opresión de España, ni de Madrid, sobre los trabajadores catalanes, que sea distinta a la que se ejerce sobre el resto de trabajadores del país; sí hay, una opresión de las clases privilegiadas, emparentadas por intereses económicos y lazos familiares, sobre sus respectivas poblaciones. Frente a dos supuestas naciones enfrentadas, lo que existen en realidad pero tapadas por la propaganda son dos clases sociales, la del capital, en versión catalana y en versión castellana, y la del trabajo. 
La clase del capital se comporta en todo el país (en todo el mundo) de la misma manera, y hable la lengua que hable y tenga el programa político que tenga, su conducta es la misma: sacar el máximo provecho del ejercicio del poder (de forma legal o ilegal), obtener el máximo rendimiento del trabajo ajeno, repartir de la forma más desigual posible el excedente obtenido y dificultar la percepción de los trabajadores sobre su verdadera situación con la persistente "venta" de baratijas ideológicas como el deporte, los programas de tv basura, el nacionalismo, la identidad, la religión, la autoayuda, etc, etc.

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