viernes, 8 de abril de 2016

Dos debilidades

Good morning, Spain, que es different

Tengo, para mis adentros y ahora un poco para fuera, la convicción de que, detrás de la retórica, en el lío en que estamos metidos, catalán, por un lado, y "español" (o españolista), por otro, está la suma de dos fracasos, producto de dos debilidades. Uno es el fracaso de España, o mejor de la derecha española, porque ha marcado durante más tiempo el destino del país (pero también de la izquierda), en fundar un moderno Estado nacional, y con ella, el fracaso de la burguesía, pero sobre todo de las dos principales fuerzas actuantes, la Iglesia y la monarquía, ancladas en el Antiguo Régimen, y por tanto, reacias a lo que representa la Modernidad (un estado de derecho, territorialmente integrador, de corte liberal y formalmente democrático). En este aspecto, lo que podríamos llamar "construcción nacional" ha sido una larga chapuza, con su saldo de pronunciamientos militares, guerras civiles, guerras dinásticas, efímeros ensayos republicanos y una permanente involución eclesiástica.
Pero también es un fracaso de Cataluña, de sus élites, en formar a su vez su Estado nacional. Unas élites situadas entre la ambición política, que las ha llevado a intentar separarse de España (más poder), por un lado, y el interés económico, por otro, que las ha llevado a participar en la producción nacional (más mercado) y a ponerse del lado de la reacción cuando se ha enconado la lucha de clases.
Lo de la opresión de España, un Estado bastante débil e inconstante, aunque con muestras de fuerza, y la colonización no son más que retórica, ganas de rehacer una historia común a conveniencia y la tapadera de la derecha separatista catalana a la traición de sus propios ideales cuando le ha convenido por su propia seguridad, ante la amenaza de un proletariado insumiso.

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