domingo, 13 de mayo de 2018

Élites y capitalismo

Respuestas a Norberto Martín, a propósito de un texto de Monse AC

Es la mundialización de las élites, una superclase social con proyección internacional. Es la prolongación de la élite norteamericana de la que hablaba Wright Mills, en los años cincuenta -"La élite del poder"- o las 400 grandes familias de Nueva York, entrelazadas por relaciones personales, familiares, financieras, clubes, universidades y círculos exclusivos. Un supercentro de poder, no elegido por la ciudadanía, pero con una inmensa capacidad para influir en los destinos del país.

Norberto, la noción de pueblo es una noción confusa para abordar problemas de representación política en las sociedades desarrolladas. Puede servir desde el punto de vista antropológico para analizar sociedades tribales o poco desarrolladas del tercer mundo, donde todavía estén muy presentes en la organización política y religiosa las relaciones de parentesco, de raza y de género.

No defiendo que haya que resignarse ante enemigos felices (felices ellos, claro), sólo apunto que el uso de determinados conceptos no ayuda a identificarlos. Dices que todo el mundo pertenece a un pueblo, una nación y una clase social. Digo que, además, a una familia, a un grupo de parentesco y amistad, y en el caso que nos ocupa, a una asociación o corporación, a un grupo financiero y a un grupo de presión internacional. El capital está organizado a diversos niveles dentro y fuera de los países. El problema viene al tratar de detectar cuál es la lealtad prioritaria de cada persona en general y de esas élites en particular: ¿está en la familia o en la nación? ¿en la clase social o en el pueblo? ¿en el grupo de presión o en la llamada patria? Y me voy a algo más concreto: los miembros de esos selectos grupos que mueven el mundo -el Club Bilderberg, la Trilateral, o los directivos del Banco Mundial, del BCE o del FMI- están unidos por intereses que están por encima de los de sus compatriotas, cuyos salarios, empleos, pensiones y condiciones de vida y trabajo importan muy poco ante la posibilidad de obtener el máximo rendimiento a sus inversiones. Las necesidades del pueblo o de la nación sometidas a los intereses de una clase o, peor aún, de un grupo. Deduzco, entonces, que tales sujetos dejan de pertenecer al pueblo, a su nación, si es que alguna vez lo hicieron salvo por lugar de nacimiento. Por otro lado, esas élites "offshore", cuyas inversiones y empresas recorren el planeta buscando el máximo rendimiento -golondrinas, las llama Naomi Klein-, están vinculadas a las élites locales, a las oligarquías nacionales -¿que forman parte del pueblo o no?-, que han unido a ellos sus intereses facilitando legal o ilegalmente, de modo democrático o dictatorial, la penetración de capital extranjero en las economías nacionales. Pensemos, como ejemplo, en cómo los fondos internacionales de inversión se están haciendo con una parte importante del parque de viviendas públicas y privadas de España. Por eso digo que la nación es un concepto poco adecuado para describir las relaciones sociales en las sociedades modernas, porque se utiliza como una comunidad de intereses que es una ficción. Y lo mismo digo de pueblo.

Encantado de debatir. No, el capitalismo no ha abolido las clases sociales, las ha disfrazado u ocultado, empezando por la propia burguesía, en especial su segmento más alto, que es la clase dominante más oculta de la historia. En primer lugar porque sus intereses particulares están disfrazados como intereses generales, intereses de todos, intereses de la nación, uniendo patriotismo y negocio, mientras que las necesidades de los trabajadores, de las mujeres, de los niños, de los emigrantes, de las minorías raciales, sexuales, de los jóvenes de los parados, etc, etc, los presentan públicamente como intereses particulares, que siempre se deben supeditar a los intereses generales del país, que la burguesía -el capital privado- representa. En segundo lugar, por la despersonalización de la dominación del capital, que cada día es más anónimo y está más alejado de la mirada y del posible control de las clase subalternas. Y en tercer lugar porque las élites habitan, actúan y se mueven en mundos propios, en ámbitos reservados, en círculos selectos, nacionales e internacionales; en burbujas, en definitiva, de ahí que sea tan difícil investigar sus ingresos, sus gastos, sus propiedades, su modo de vida, sus relaciones, sus conexiones con el poder político, su endogamia, su reproducción social como clase, etc, etc, mientras las clases subalternas están abiertas a todo todo de prospecciones sociológicas. Y acabo: el imperialismo es una forma extendida de nacionalismo; en el caso de EE.UU. está claro, por el mandato de su "destino manifiesto" y por las necesidades del capital, y en caso del bloque contrario, ya agotado, por la imposición del modelo soviético sobre las países del entorno y por su subordinación a los intereses de la URSS. Hay otro tipo de imperialismo, que es el árabe, transmitido a través del islamismo, que ha sometido a las sociedades donde es hegemónico.

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