miércoles, 28 de diciembre de 2016

Pablo, Íñigo

¡Pablo!, ¡Íñigo! "no se puede fortalecer a uno sin debilitar al otro", protesta Rita Maestre, en un partido, o mejor, precaria confederación de grupos, pasionalmente escindida en torno a dos nombres: ¡Pablo!, ¡Íñigo! 
Parece que hablen de Lenin y Trotski, de Mao Tse Tung y Deng Xiao Ping; o de Jefferson y Adams; o de Carrillo y Claudín. 
Aparte de la postura tibia defendiendo el equilibrio perfecto, Pablo, Íñigo, tanto monta, monta tanto, eso que no admite el poder, porque esto es una lucha por el poder de un partido, la alusión a dos personas, que serán muy valiosas para las gentes de Podemos, pero para el resto de los mortales, incluyendo a sus votantes, a) son desconocidas sus aportaciones teóricas y políticas, que los hagan dignos de tal veneración, b) en caso de que existan, se distingue poco lo que dice uno y lo que dice otro respecto a los problemas de este país. Sus diferencias están en la estructura o ausencia de ella en el Partido y a cómo organizar las cosas de cara a su próximo congreso. 
Por cierto, ¿el programa Ikea, sigue vigente? ¿Han reducido la oferta? ¿Han señalado cinco o seis orientaciones estratégicas? ¿Han decidido, por fin, cual es su perfil ideológico?

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