viernes, 10 de junio de 2016

¿Referéndum?

A propósito de una texto de Santi Mondéjar en el foro Patriotismo constitucional.

Los nacionalistas plantean el refrendo como si fuera el final de un proceso que ha empezado siglos atrás; son una nación y buscan que un sólo y definitivo acto lo ratifique. Pero, desde un punto de vista racional, el proceso es inverso: el refrendo es el final de la discusión, el agotamiento de los argumentos, la nula posibilidad de convencer y sólo queda el recurso a la fuerza del número; es decir, vencer, por supuesto, votando, pero vencer. Y llegados a ese punto, debe ser el final. Pero es que el proceso de discusión, de intercambio de ideas y argumentos, la delimitación de los temas comunes y de los que nunca lo serán, apenas ha comenzado, entre otras cosas por a) la debilidad de los no nacionalistas, que, acomplejados, han preferido durante años transigir (y pagar), para no molestar, antes que preparar un arsenal de argumentos para debatir con el nacionalismo, b) los nacionalistas han mostrado muy poca propensión a debatir, no quieren ser entendidos sino sentirse oprimidos, y demasiada a hacer propaganda y a descalificar a quienes discrepan. Están crecidos y poco predispuestos a escuchar, han decidido romper y marcharse, y en ese camino están. La gran batalla está en convencer a los que no son fanáticos, pero han sido seducidos de alguna manera por el discurso victimista, y en dotar de razones a los que no son nacionalistas.

Discrepo discretamente, Santiago Martínez; hay que utilizar argumentos legales, claro, pero no hay que dejar pasar sin crítica las cuestiones fundamentales de los nacionalistas, como la defensa compulsiva de la identidad, la nación eterna, la presunta legitimación histórica, la noción orgánica de Cataluña, la falacia de los fueros medievales como superiores a los derechos civiles actuales, la Cataluña exenta de franquistas y un largo etcétera de mitos y tópicos vertidos desde hace años. Eso sin olvidar la formación del Estado nacional y del mercado nacional, que han saldado con una consigna: España nos roba. En realidad, frente al nacionalismo, está casi todo por hacer, aunque parece que en estos últimos años vamos despertando.

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