lunes, 6 de junio de 2016

Maragall y el Estatut

En noviembre de 1999, CiU, en la que sería última investidura de Jordi Pujol, obtuvo el apoyo del PP a cambio de renunciar a una revisión del Estatut. La victoria por mayoría absoluta del PP en las elecciones generales del año 2000 aconsejó a Maragall buscar la convergencia con las otras fuerzas de izquierda, ante un gobierno de derecha catalán apoyado por una triunfante derecha centralista en Madrid. Y ERC, que había ofrecido a CiU un pacto (rechazado), se avino a negociar con las izquierdas, que, con la oferta de reformar el Estatut, intentaban privar a CiU del monopolio del nacionalismo y ofrecer al electorado catalán un proyecto nacionalista y de izquierdas. 
Pero, a primeros de 2003, de cara a las elecciones autonómicas, CiU se sintió libre del pacto con el PP y, junto con la designación de Artur Mas como sucesor de Pujol, creó una ponencia para reformar el marco autonómico. Mas, siempre con prisa, prometió que si ganaba las elecciones, en medio año habría un nuevo Estatuto con un acuerdo económico con el Gobierno central similar al concierto vasco.
Celebradas las elecciones en otoño de 2003, Maragall, Saura y Carod firmaron, en diciembre, el pacto del gobierno tripartito (Pacto del Tinell) con el compromiso de reformar el Estatuto de Cataluña y la esperanza de que CiU lo apoyase desde la oposición. 
Así, ante un Partido Popular reafirmado en sus pautas centralistas y atacado de ardor guerrero en las Azores ante la crisis de Iraq, se alzaba una alianza de izquierdas que representaba la España plural y pacifista. Lo cual condujo a Zapatero a afirmar, de modo tan optimista como imprudente, que apoyaría un estatuto respaldado por el parlamento catalán.

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