Good morning, Spain, que es different
Pablo, Pablo, ¿por qué nos defraudas?
Me defraudó anoche Pablo Iglesias en el debate con Albert Rivera,
moderado e incentivado por Jordi Evole. Me dio la impresión de que Iglesias
siguió a Rivera en algunos de los tópicos más manidos del neoliberalismo, en
vez de desmontárselos. Le faltó artillería pesada en temas que eran
importantes.
Por ejemplo, en el tema de los sueldos, del salario mínimo
interprofesional, de la renta mínima garantizada y de los impuestos, Rivera
aludió a la eficaz muletilla de que primero hay que crear la riqueza y luego
repartirla. Estuvo de acuerdo con Iglesias en repartirla mejor, pero defendió que lo
prioritario era crearla.
La
respuesta apropiada hubiera sido:
A) Hay ya mucha riqueza creada, pero muy mal repartida. Y
no sólo eso sino que el Gobierno, por medio de las privatizaciones, está
entregando riqueza acumulada durante años, que son los bienes y servicios del
Estado, patrimonio común de todos los españoles, a grandes grupos empresariales
y a chiringuitos de parientes y amigotes. Hay mucha riqueza en España y cada
vez más concentrada; ha aumentado la desigualdad, hay transferencia de rentas
desde las clases bajas hacia las altas, ayudas de fondos públicos a monopolios
y oligopolios y a sanear bancos y cajas de ahorros mal gestionadas (auténticos desfalcos);
hay nuevos millonarios con la crisis mientras crecen la pobreza y la
marginación. La política del PP ha sido concentrar la riqueza en menos manos,
favorecer a quienes ya eran ricos y hacer ricos a los que estaban cerca de
serlo. Digo yo que con esa riqueza habrá que contar, no sólo con la que se
genere en el futuro.
B) Hay que rescatar parte de esa riqueza creada y ocultada
al fisco, hacer aflorar el dinero negro, perseguir el fraude fiscal, subir los
impuestos a las grandes fortunas y a las grandes empresas, para que paguen al menos como las pequeñas.
C) No malgastar la riqueza existente de manera legal,
con el despilfarro público en obras inútiles, edificios emblemáticos, instalaciones
infrautilizadas, infraestructuras faraónicas (líneas del AVE y supresión de
trenes ordinarios, autovías de peaje sin coches, aeropuertos sin aviones,
bibliotecas sin libros, centros culturales sin cultura, polideportivos sin
deporte, hospitales inaugurados y abandonados, etc, etc.). Y de manera ilegal,
persiguiendo, de verdad, la corrupción política y empresarial.
D) ¿Hay
que crear riqueza? Claro. De acuerdo con Rivera en esto, pero no como él lo
concibe. Rivera defendió un capitalismo de mercado, que sólo existe en su
imaginación.
Hay que crear riqueza, pero ¿en qué condiciones? ¿Sobre la
base de hacer continuas reformas del “mercado laboral” y ninguna del “mercado
gerencial”? ¿De hacer que la productividad descanse sólo en los bajos salarios,
en los contratos temporales, en empleos que son basura, en facilitar el
despido, en largas jornadas laborales, en la desprotección de los trabajadores,
en facilitar que las empresas se descuelguen de los convenios y así
sucesivamente?
Hay que crear riqueza, sí, pero sin trampas; hay que
producir con dignidad para los trabajadores y exigiendo responsabilidad a los
empresarios, porque las empresas tienen una función social que no es sólo generar
dinero a sus directivos y propietarios.
E) Iglesias no combatió el discurso sobre la competitividad
de Rivera. Competitividad es una palabra engañosa que encubre trampas, fraudes,
ayudas del Estado, pactos bajo cuerda y condiciones de trabajo vejatorias para
niños y adultos. Competencia es una palabra mágica, que se utiliza como
credencial de ser razonable y sensato en materia económica, pero en realidad es
algo que nadie desea: las pequeñas empresas son proteccionistas por naturaleza,
porque no pueden competir con las grandes; y las grandes empresas a lo que
aspiran no es a competir, sino a dejar de competir y a controlar el mercado por
medio del monopolio. La meta no es competir sino dominar.
G) En esta sociedad sobra competitividad y falta
cooperación.
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