miércoles, 5 de julio de 2023

"ETA vive": un grito de terror.

 No es un aviso a los despistados, la advertencia de una amenaza en ciernes y, mucho menos, la constatación del terrorismo como un fenómeno real. ETA vive es un grito de terror, que, invocando al terrorismo ya extinguido, denota el estado de terror de quien lo profiere.

“ETA está viva y nos gobierna”, dice Ayuso. “Vive de nuestro dinero -añade-; quiere destruir España y privar a millones de españoles de sus derechos constitucionales y provocar una confrontación”. Y lo dice quien no concibe otra forma de hacer política que la continua confrontación. No da cuenta de su gestión, nefasta, por más señas, pues sólo confronta, ataca, exagera, miente, desbarra, pues ya ha traspasado todos los límites de la decencia para vender el humo con que tapar lo que siempre le va a perseguir.

Sigue las directrices de su partido, incluso con más entusiasmo que el gran líder menguante Feijoo, porque tiene un motivo adicional, que es la muerte, por abandono, de 7.291 personas mayores durante la pandemia en las residencias madrileñas. 7.291 personas que fallecieron solas, lejos de su familia, sin poderse despedir; aislados, sin esperanza y viendo como a su alrededor la muerte se llevaba a otros residentes que compartían su infortunio, que no fue sólo efecto de una catástrofe natural, sino también la directa consecuencia de una decisión política adoptada con una frialdad semejante a la de Himmler sobre la “solución final”. 

Que se mueran en las residencias. Esa fue la solución al problema planteado por la pandemia a la mal gestionada sanidad madrileña, mermada por la continua privatización de servicios y la reducción de personal que sufre desde hace años. El consejero de Políticas Sociales, Alberto Reyero, de Ciudadanos, criticó la decisión por poco ética -fue suave- y posiblemente ilegal, y, en consecuencia, dimitió.   

Las reclamaciones ante la justicia de familiares de fallecidos en las residencias hasta ahora no han prosperado, lo cual no indica que el asunto quede olvidado para siempre y Ayuso exonerada de responsabilidad. Y la posibilidad de tener que comparecer ante un tribunal para explicar la decisión de dejar morir sin asistencia a 7.291 personas la aterroriza. Por eso recurre a ETA, una organización clandestina e ilegal, que ha provocado, según diversas fuentes, alrededor de 850 víctimas mortales, para que se olvide lo suyo, que es mucho peor, pues fue una decisión adoptada por una institución pública, de la cual Ayuso es la máxima responsable, y cuyas consejerías deberían, en teoría, velar por las vidas de las personas entregadas a su cuidado, en vez de tratar de acortarlas, en lo que parece una desmesurada aplicación de la eutanasia o, peor aún, un modo de entender la pandemia como la ocasión para promover una “higiene social” como la que los protofascistas atribuían a la guerra.

La intención “depurativa” de Ayuso continua en el terreno político con la intención de ilegalizar Bildu y otros partidos nacionalistas y, quién sabe si algunos más que hoy son tachados de apoyos a un gobierno ilegítimo. E intenta hacer creer que todo eso lo hace en defensa de la Constitución. Lo que delata que no la ha leído. 

24 de mayo de 2023.

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