Como sigo desde hace tiempo la tramposa trayectoria del Partido Popular y conozco sus malas mañas, su afición a mentir y a embarullar las cosas para ocultar los perniciosos efectos de sus actos, creo que es perder el tiempo intentar razonar con trileros. A veces no queda más remedio que hacerlo, pero, si se acepta el envite, no conviene olvidar que se trata de trileros.
El “debate”
entre Sánchez y Feijoo fue penoso, aburrido, confuso y casi imposible de
celebrar, porque no había un terreno firme sobre el que debatir. Los reproches
cansaron, las interrupciones molestaban y las inexactitudes y el batiburrillo
de brocha gorda ofendió a quienes esperaban ser informados con seriedad para
decidir su voto con razones, no con emociones.
Con el
habitual estilo populista y pendenciero, utilizado por el PP desde hace cuatro
años, Feijoo, crecido y marrullero, desde el primer bloque se esforzó por negar
la situación económica con un chorro de tópicos, consignas, mentiras, medias
verdades y datos de padre desconocido, mezclando nombres y fechas, en un
desordenado aluvión del que no pretendía obtener respuesta, sino impedir la
exposición de Sánchez y, por tanto, el debate en sí mismo. Como no estuvo prevista
por parte de los organizadores del debate una información que corroborara o
desmintiera la que allí se decía, lo que quedó fue una confusa mezcla de
afirmaciones y negaciones, de las cuales se recuerdan las que más se
repitieron. El ritmo del debate impuesto por Feijoo impedía responder a sus
simplezas con respuestas largas y complejas por parte de Sánchez, que estuvo
poco lúcido. Pero hay datos que niegan la catastrófica situación económica que
constituye uno de los ejes del recetario de Feijoo.
Según
Onda Cero, que no parece una emisora sospechosa de sanchismo, la Unión Europea
elevó en mayo el crecimiento económico al 1,9% en 2023, cinco décimas más de lo
previsto, que atribuyó a los precios más bajos de la energía, al mercado
laboral y a la inversión de los fondos de recuperación, que el PP ha tratado de
boicotear en Bruselas. ¡Estos patriotas! Y redujo la inflación anual al 4% en
2024. También es cierto que Bruselas advirtió que el déficit no será del 3%,
sino del 3,3%. El año pasado acabó con un déficit del 4,8% del PIB, por debajo
del 5% pactado con Bruselas.
En
mayo la inflación de moderó al 3,2%, la tasa más baja desde julio de 2021,
sobre todo por el abaratamiento del combustible y la moderación parcial del
precio de los alimentos por la rebaja del IVA, aunque la inflación subyacente
está en el 6,1%.
En
junio, el Banco de España situó en el 2,3% la previsión de crecimiento en 2023,
la inflación en el 3,2%, el paro el 12%, el déficit -3,8% y la deuda 109% del
PIB; datos similares en 2024, con ligero descenso del paro 11,5%. Y en los
próximos dos años, menor crecimiento del PIB, en torno al 2,1%, pero bajada de
inflación al 1,8% y la subyacente 1,7%; ligero descenso del paro 11,3%, pero
aumento del déficit 4% y de la deuda 108% del PIB. La tendencia no es ni mucho
menos catastrófica, como sostiene el PP.
La
OCDE también ha revisado al alza la previsión de crecimiento para España en
2023 (2,1%) y 2024 (1,9%), que en la zona euro es de 0,9% y del 1,5%
respectivamente. Respecto a la inflación, estima el 3,9% en 2023 y 2024, y para
la zona euro 5,8% y 3,2%, pero da las siguientes cifras para otros países:
Reino Unido 6,9% en 2023, 2,8% en 2024, Italia 6,4% y 3%, Alemania 6,3% y 3%,
Francia 6% y 3%, respectivamente. Es de notar que alguna repercusión ha tenido
la “excepción ibérica” en el precio de la energía sin que Feijoo haya podido
probar por qué sale más cara, según su táctica de negar la realidad y acusar de
mentir a quien aporta pruebas de sus falsedades. Pero hasta ahora, ni el Banco
de España, ni el INE, ni Eurostat, ni la OCDE ha confirmado que España haya
entrado en recesión. Es cierto que la inflación ha golpeado a los hogares más
vulnerables, pero en 2022 la pobreza se rebajó hasta el nivel previo al covid.
Y el consumo de alimentos remontó el 2,7% en 2022. Hay datos referidos a otros
sectores de la población que desmienten las profecías de Feijoo, como el
aumento en la venta de coches en los últimos seis meses, con más de 100.000
coches matriculados cada mes, una cifra alarmante desde la perspectiva de su
incidencia sobre el cambio climático, que Feijoo y Vox niegan, siguiendo los
consejos del primo de Rajoy. Por cierto, también se quedó en el tintero
recordar la ayuda de 2.300 millones de euros al sector del automóvil, cuyo
mercado, pese al aumento, está un 27% por debajo de la etapa previa a la
pandemia. Otro dato, sesgado, claro está, porque hay mucha gente que no puede
viajar, es el aumento del número de viajes: 32 millones de viajes en el primer
trimestre de 2023, un 16% menos que en 2019, pero un 32% más que en 2022, con un
aumento del gasto del 12%, según el INE. El gasto ha subido el 76% sobre el de
2022 en los viajes al extranjero, mientras que fue del 16% en los viajes nacionales.
Feijoo
aludió a la cifra del desempleo, que es alta: 2.739.000 parados, según el
Ministerio de Trabajo, pero olvidó decir que, al acabar la legislatura de Rajoy
en 2015, había en España 4,8 millones de parados, el 22% de la población
activa, de los cuales 1,4 millones llevaban parados más de tres años y que sólo
1,3 millones percibía alguna ayuda. Entonces no hubo ningún paliativo como el actual
fondo de la UE para los expedientes de regulación temporal de empleo (ERTE),
que ha impedido el cierre de muchas empresas y salvado 4 millones de empleos.
En mayo, España alcanzó 20,8 millones de empleos, aunque no puedo aportar la
cifra de discontinuos, que tanto preocupa a Feijoo; él tampoco dijo cuál era.
Se
debe añadir que las medidas de austeridad aplicadas por el gobierno de Rajoy
provocaron el desplome de tres millones de personas, que perdieron la posición
social que tenían antes del estallido de la burbuja inmobiliaria, que, por
cierto, Feijoo citó de pasada atribuyéndola a Zapatero, en una de esas letanías
admitidas que conforman el credo de la derecha.
La crisis
inmobiliaria le estalló a Zapatero, pero fue creada por Aznar, que con mucha
prisa, por medio de un decreto sobre liberalización del suelo, de junio de 1996,
y la ley de 1998, que convertía todo el suelo en prácticamente edificable que facilitó
la expansión inmobiliaria, que las cajas de ahorros, muchas de ellas manejadas por
gobiernos autonómicos, y algunos bancos contribuyeron a financiar, solicitando
a la banca europea, en particular, a la alemana, el capital del que carecían
para poderlo prestar en España.
El resultado lo sabemos:
66.000 millones de euros de dinero público para sanear las aventuras de los
bancos, 23.000 millones para Caja Madrid-Bankía, dirigido por Miguel Blesa, el
hombre de Esperanza Aguirre, y por Rodrigo Rato, colega de Feijoo, y fundación
del banco malo -SAREB-, con el que el Estado, es decir todos los españoles, se
hace cargo de los bienes que los bancos no pueden enajenar. Y todo ello, sin
pedir a los banqueros nada a cambio. Todo, es de suponer, por el bien de España
o, mejor dicho, por el bien de la gente de bien.
Continuará.
11 de julio de 2023, para FB.
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