En
vísperas de conocerse la sentencia del Tribunal Supremo sobre las penas
impuestas a los dirigentes del “procés”, Unidas-Podemos, con su habitual don de
la oportunidad, rescata para el programa electoral del 10 de Noviembre, la
petición de un referéndum pactado en Cataluña (de autodeterminación, se supone),
que había arrinconado para facilitar la negociación con el PSOE, finalmente
fallida.
El
“rescate” del refrendo es una decisión desafortunada por varias razones.
La
primera es que apoya la propuesta nacionalista, numéricamente grande y
ostentosamente visible, pero minoritaria, pues, en las tres últimas elecciones autonómicas
en Cataluña las fuerzas nacionalistas han obtenido el 48% de los votos frente
al 52% de los no nacionalistas. Así que no veo que, ni siquiera numéricamente,
les asista más razón.
La
segunda es que apoya la propuesta de una región rica, pero insolidaria, frente
al resto de regiones que no lo son, o que lo son menos. A eso se debe añadir
que la propuesta ha surgido del estrato social más acomodado de Cataluña y que
ha sido llevada adelante por un partido que se ha caracterizado por tener una
clarísima política de clase y que además está corrompido en los niveles más
altos de su aparato directivo, con lo cual cabe sospechar, que entre las
razones del “procés” está la de eludir la acción de la justicia y las
responsabilidades en las antisociales medidas de austeridad adoptadas frente a
la crisis, que han sido el origen de la indignación popular en Cataluña, luego
astutamente reorientada hacia España.
La
tercera razón es que se trata de una propuesta electoral que desconoce los usos
políticos del país e ignora la dinámica que presidió la formulación y puesta en
marcha del Estado autonómico, que, según Podemos, ha fracasado.
La
fórmula del “café para todos” derivó en una tensión constante entre las
administraciones autonómicas para dotarse de los fondos y las competencias de
las que tuvieran más. Y ese ha sido el origen del “procés”: la promesa de Artur
Mas de dotar a Cataluña de un concierto económico como el del País Vasco. Es
decir, lograr un trato de privilegio como el de los vascos.
Puesto
a apoyar la celebración de un referéndum pactado en Cataluña, ¿con qué razones
Podemos se lo negaría a los nacionalistas vascos? Más teniendo en cuenta, que
por definición de su dirigente Nagua Alba, Podemos en Euskadi es abertzale, y que
la susodicha ha defendido el cupo vasco, eso sí, a condición de que su
negociación no fuera opaca. Así, pues, podemos dar por sentado que después del
refrendo en Cataluña, inmediatamente vendría una reclamación de los
nacionalistas vascos en el mismo sentido. ¿Se podría, después, negar a los
nacionalistas gallegos celebrar el suyo? Y después de apoyarlo en Cataluña, en
el País Vasco o en Galicia, tres “nacionalidades históricas”, ¿se podría negar
su celebración en regiones, igualmente “históricas”, que, desearan, de este
modo, convertirse en naciones tan “históricas” como las anteriores? Con lo cual
en el curso de relativamente poco tiempo, podríamos estar empantanados en una
sucesiva celebración de refrendos de autodeterminación, que acabarían no sólo
con el país, sino con los nuevos países, que habrían quedado profundamente
divididos interiormente. Sin hablar de las consecuencias en la Unión Europea,
que no está en de sus mejores momentos.
A
esta situación kafkiana podríamos llegar si se aceptase el disparate, pero
parece que es lo que pretende Pablo Iglesias cuando habla de “repensar la
España plurinacional” (título de un libro escrito con Xavier Domenech, Xosé
Manuel Beiras, Ana Domínguez y otros) y de construir un proyecto colectivo mediante “un patriotismo republicano
plurinacional”. Es decir, primero troceamos el país con una serie de refrendos
para fundar nuevas naciones, que sean, ante todo, republicanas, y después
tratamos de unirlas de nuevo en un solo Estado mediante un patriotismo
republicano y plurinacional. Lo importante para Iglesias es “conectar España” de
forma democrática y republicana, esa España de la que Artur Mas pensaba
desconectar a Cataluña, rápida y fácilmente, de modo unilateral.
Ignoro
si la propuesta de apoyar un refrendo pactado en Cataluña es una opción
meditada o una ocurrencia de última hora en vista de lo que dicen los sondeos
electorales, pero en cualquier caso parece, y opino modestamente, la feble
piedra angular del discurso político de Unidas-Podemos; el débil cimiento que
soporta el edificio de los demás puntos del programa. Pues, las propuestas ecológicas
y salariales, las pensiones, la reforma laboral, la “reforma fiscal justa”; en
definitiva, el contenido económico, ecológico, laboral, asistencial, fiscal o
civil de su programa, por muy justo, radical o razonado que sea, deja de tener
sentido en cuanto alguien pregunte: ¿Todo esto se aplicará antes o después de
los refrendos? Y si se hace antes, ¿con qué fin?
Madrid,
14 de octubre de 2019
No hay comentarios:
Publicar un comentario