sábado, 16 de junio de 2018

Picavea. España



Después, cuando sucedieron, los chicos a los grandes Carlos y Felipes, vino, por extinción interna de la vida y por horrible desgaste exterior, el agotamiento, la degradación, la ruina total, la vuelta a la barbarie…¡La España de Carlos II el mísero! En dos siglos, merced a la invasión progresiva de la ola mortal, de dentro afuera, la gran nación meridional de Occidente, maestra de Europa, concluyó inerte e inerme, convertida en el pingajo de El Hechizado, ludibrio de Europa.
Un genio embalsamó aquel cadáver, y le conservó para la eternidad, en pirámide de arte incomparable, puesto en espectáculo a la admiración, lástima, risa y pasmo de las gentes. Era don Quijote, que hace reír al mundo (y a mi llorar lágrimas de sangre), seco el cerebro, ida la mollera, la piel sobre los huesos, las tripas en hábito de vacío, el corazón grande y generoso, y aquella generosidad y grandes al servicio perpetuo de acciones imposibles o de trampantojos que no le importan, disparatad lucha, de la que sale, a la fuerza, lastimeramente malrotado y en ridículo, transhumando su tragicomedia a caballo sobre la imagen del hambre, compañero de imbécil malicioso, en medio de un mundo rufianesco, encanallado y frailuno, y a través de los campos largos, vacíos, interminables de la miseria. ¡Imagen asombrosa de la España inespañola y germanizada!    

Discrepo (respuesta a José Catalán). Picavea escribe sobre las zonas de sombra de la Resturación, pero también escribe sobre otros momentos de la historia de España en términos elogiosos: "El Renacimiento se dice que es italiano. Pero esto sólo puede concederse, si por tal se ha de entender simplemente la rehabilitación de las letras clásicas y del arte greco-latino. Mas si se trata del advenimiento de una nueva sociedad, de una nueva vida, de una Europa nueva con política, administración, ejércitos, armas, cultivos, industrias, crítica, ciencias, técnicas y, en fin, un mundo nuevos, el Renacimiento es plena, original y sustancialmente español. ¿Quién, en justicia, puede disputarlo? Y sin embargo lo hemos perdido, como otras tantas justas propiedades: ¡otro descabalgamiento que debemos al teutonismo subsiguiente!"
Para Picavea, la lenta decadencia de España viene de la subordinación a un cuerpo extraño, que fue la Casa de Austria, que define como un férrea monarquía extranjera que puso sus intereses familiares por delante de los de la nación. El espíritu germánico, el "fanatismo tudesco", "la monomanía teológica", se impuso sobre una sociedad que era resultado de una mezcla de culturas y saberes.

No hay comentarios:

Publicar un comentario