miércoles, 28 de marzo de 2018

Catalanes de adopción

Respuesta a EsperanzaMeCa

Creo que te entiendo Esperanza, porque yo hice el camino al revés. El rechazo de los supremacistas hacia los foráneos (catalanes de adopción) ahora es evidente, pero no hay que renegar de la propia historia sino, al contrario, hay que defenderla bien. 
Para mucha gente, Cataluña fue tierra de asilo económico y en una simple relación de mercado -te doy y me das-, ofreció empleo y posibilidades de vida, que faltaban en otras partes de España (o eran peores), y los emigrantes entregaron trabajo, se ganaron su propio pan y contribuyeron al crecimiento de la economía regional y nacional. Y allí echaron raíces, se integraron o acomodaron como pudieron, rehicieron su vida, tuvieron hijos y nietos, y muchos prosperaron sin llegar a hacerse ricos, que tampoco era lo que buscaban, sino vivir sobre un suelo y bajo un techo. Cataluña fue para muchos su tierra, su nueva tierra, llena de posibilidades al principio y de recuerdos después, así que de abandonar, nada de nada. 
Personas que llevan viviendo en Cataluña 30, 40 o 50 años son más catalanes que muchos mozalbetes y zangolotinas de 20 años que ahora alborotan con una estelada creyendo que son los únicos herederos de Wifredo el Velludo. Cataluña, como una sociedad moderna, es compleja, mestiza, diversa, y está muy lejos del modelo provinciano, que defienden los indepes, de formar una cerrada comunidad de seres clónicos con uniforme amarillo.

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