sábado, 10 de marzo de 2018

152, 153 y 155 de la Constitución

Los nacionalistas han llevado a sus seguidores la idea de que era posible y hasta necesario ignorar la realidad; que en este aspecto es lo fáctico, lo construido, las instituciones, las leyes, la jerárquica articulación del Estado, y el papel subordinado de los gobiernos autonómicos, y, para quienes gobernaban en ese momento en la Generalitat, lo fáctico era el propio Estatut y el reglamento de la cámara. Se los saltaron y creyeron que podrían seguir saltándose leyes, hasta que toparon con el artículo 155 de la Constitución.

Que el PP sea un partido corrompido y que en cuestión de respetar las leyes no sea un buen ejemplo, no quiere decir, que por ello, cualquiera esté exento de cumplir las leyes (más una institución del Estado como la Generalitat) o que todas las leyes hayan quedado abolidas de golpe, ni que, como máxima representación del Estado (en este tema, a su pesar), el Gobierno central deba permitir la escisión de una parte del territorio, por el interés de una minoría (48% de votos, 35% del censo en septiembre de 2017), y además de intentarlo de mala manera. 
Santi Vila, exconsejero de Empresa de la Generalitat, que no parece una persona sospechosa de españolismo, lo decía hace unos días: "hay que rectificar", “en Occidente hay que hacer las cosas ajustadas a la ley. Hubo más ilusión que realismo, más sueño que realidad”. 
Respecto a la "presunta" ilegalidad de aplicar el artículo 155 de la Constitución, recomiendo la lectura de dos artículos que van antes: 152.2 "Una vez sancionados y promulgados los respectivos Estatutos, solamente podrán ser modificados mediante los procedimientos en ellos establecidos", lo cual se ignoró olímpicamente los días 6 y 7 de septiembre, y también la lectura del artículo 153, alusivo a las instituciones que pueden controlar la actividad de las Comunidades Autónomas. El punto 1. del 155 ofrece pocas dudas respecto a su aplicación si se mira sin pasión lo que sucedía en Cataluña. Y antes de aplicarlo se advirtió, se consultó y se pidió al Govern aclaración sobre la declaración de independencia. Y, finalmente, se aplicó. 
Claro está que eso molestó a quienes pensaban que para dividir un país y crear otro nuevo a sus expensas bastaba con salir a la calle, agitar banderas y ponerse camisetas.

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