miércoles, 5 de julio de 2017

El "papel"

Good morning, Spain, que es different

Con la fanfarria acostumbrada el President Puigdemont públicamente ha presentado otro anuncio -de anuncio en anuncio y tiro porque me toca- sobre el referéndum de autodeterminación, que debe celebrarse, según sus cuentas, el próximo 1 de octubre.
Es un anuncio sobre la proposición de ley, hasta ahora un papel, realizado con gran solemnidad en el Teatro Nacional de Cataluña, en un acto para amigos incondicionales y de cara a la galería, porque no se trata de una ley, ni siquiera de un proyecto de ley, puesto que no ha entrado en el Parlament a través del registro y no ha sido aprobado ni siquiera debatido. Eso se deja para más adelante, para hacerlo a última hora, con prisas y lectura única, con la intención de que el Gobierno no tenga tiempo de recurrir lo acordado en el Parlament. Van dados si creen que Rajoy se va a estar quieto.   
Se conoce la fecha del refrendo y, desde luego, la intención de celebrarlo, pero no se conoce el censo de posibles votantes, y hasta ahora no hay urnas, no se sabe si habrá funcionarios o serán voluntarios quienes se ocupen de la mecánica, ni de cuantos locales dispondrán los organizadores, aunque parece que las dependencias están garantizadas en pueblos y localidades pequeñas y en Gerona. El “papel” tampoco fija un porcentaje mínimo de participación para declararlo válido, pero basta con que el número de votos afirmativos sea superior al de negativos por un solo voto, para que el resultado se considere válido y, por tanto, para que Cataluña sea declarada un país independiente, suponemos que por Puigdemont y su Gobierno (¿o también por voluntarios?), en el plazo de dos días. Una chapuza escasamente democrática.   
Mucha prisa, ninguna pausa; improvisación, grandielocuencia y una base legal muy poco fiable, pues ni las leyes nacionales ni las internacionales, tampoco la Unión Europea, que lo ha reiterado, ni la ONU, respaldan la secesión de Cataluña, porque no está en un Estado autoritario, aunque el Gobierno sea proclive al centralismo y en este caso no se haya distinguido por sus explicaciones, ni bajo dominación colonial. Y ahí va una pregunta que deberían plantearse los anticapitalistas que apoyan el “procés”. ¿Es posible que las normas laborales de la “metrópoli” hayan sido inspiradas por representantes de la “colonia” oprimida?
Con iniciativas propias o apoyando las del Gobierno central, CiU ha estado siempre dispuesta a restringir derechos laborales, moderar salarios y flexibilizar la contratación de trabajadores en toda España, no sólo en Cataluña. El gobierno de CiU, en Cataluña, ha sido pionero, antes que el de Rajoy, en aplicar recortes al Estado del Bienestar y en externalizar servicios públicos (y pionero en corrupción, ¡ojo! Banca Catalana).
Otro dato: el primer presidente y confundador de la patronal española, Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE), fue el catalán Carlos Ferrer Salat (1977-1984), procedente de la patronal catalana Fomento del Trabajo Nacional, y el actual, desde 2010, es Joan Rosell, también catalán. Recuérdese el programa fundacional de la CEOE, recogido en parte en la Constitución y en sucesivos pactos sociales y aplicado en las empresas de todo el país: defensa del capitalismo (léase economía de mercado) y de la competitividad, homologación de la legislación laboral española con la europea, rebaja de impuestos a las empresas y de las cotizaciones a la Seguridad Social, reducción del tamaño sector público. Y hoy comprometida hasta el tuétano con la globalización neoliberal y el capitalismo salvaje, que salta fronteras territoriales y morales, mostrando, una vez más, que el capital no tiene patria.
Recuérdese también que Francesc Cambó, fundador de la Lliga, diseñó el sistema bancario de la monarquía alfonsina, de la república, de la dictadura franquista y que pervivió hasta la gran reforma de la banca en los años ochenta ¿Cataluña, una colonia?     

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