Good morning, Spain, que es
different
Permitan los lectores que hoy me ponga lírico,
zarzuelero y hasta rumbero, pues la ocasión lo merece. Ahí es nada, en la
España católica y pudibunda, asistir al primer ósculo entre hombres en el
Congreso, perpetrado delante de otros dos hombres, los ministros de Economía y Sanidad,
y de las cámaras de televisión. Pero, ¿qué digo hombres?, digo auténticos machos
alfa de la misma manada y con ganas de gresca, dándose el morro…
"Ay, amor de hombre
que estás llegando y ya te vas, una vez más
juego de azar, que me obliga a perder o a ganar
que se mete en mi sueño
gigante pequeño
de besos extraños
que estás llegando y ya te vas, una vez más
juego de azar, que me obliga a perder o a ganar
que se mete en mi sueño
gigante pequeño
de besos extraños
Ay, amor de hombre
que estás haciéndome reír una vez más
nube de gas, que me empuja a subir más y más
que me aleja del suelo
me clava en el cielo
con una palabra" (pacto, sin Ciudadanos).
que estás haciéndome reír una vez más
nube de gas, que me empuja a subir más y más
que me aleja del suelo
me clava en el cielo
con una palabra" (pacto, sin Ciudadanos).
Cuando pensábamos que nada podía superar la
visión de Carolina Bescansa enseñando la teta para nutrir a su infante en el
escaño, llega el contacto bucal de Iglesias y Domenech, como una metáfora de la
confluencia entre políticos de las naciones castellana y catalana.
Verdaderamente, la gente de Podemos se supera día
a día en proporcionar espectáculo, en conseguir que la atención no decaiga y que
el foco no se aparte de la pista central donde ellos actúan. Ya tienes la pista
central, le decía el Gran Sebastián (Cornel Wilde), convertido en un tullido ex
trapecista, a la bella y ambiciosa Holly (Betty Hutton), en “El mayor
espectáculo del mundo”.
Sin ayuda de Cecil B. DeMille, los de Podemos ya
tienen la centralidad del tablero y no la piensan soltar, aunque sea a base de
números cada día más arriesgados para llegar a un acuerdo de gobierno con Pedro
Sánchez. Y uno de ellos, un recurso digno de un peletero, es zurrarle la badana
de modo inmisericorde y después ofrecer la mano tendida para llegar a un pacto
de gobierno. El acuerdo del beso, lo llamó.
Pero no está clara la intención de Iglesias, pues
Sánchez tiene dudas por el comportamiento ciclotímico de su interlocutor,
primero borde y zafio, y acto seguido cariñoso; ¡lagarto, lagarto! Sánchez no
sabe si el Coleta cuando besa, es que besa de verdad, y en su honor no le
interesa besar con frivolidad (siguiendo una copla de Manolo Escobar), o si le va a dejar tirado a las primeras de
cambio con un beso digno de Judas.
En España, con los besos no se
juega, porque Pedro Sánchez podría contestar al besucón con lo que cantaba el gran
Peret, genial a la par que charnego: “Me
pediste un beso y como no te lo daba, te pusiste a llorar… Y una lágrima cayó
en la arena…
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