miércoles, 4 de marzo de 2020

Relevo en la Curia


Hoy trae la prensa la noticia de que la Conferencia Episcopal ha elegido un nuevo presidente, el aragonés José Antonio Omella, de la diócesis de Barcelona. 
Inmediatamente el cerebro me ha servido un par de palabras casi homónimas -omeya, la célebre dinastía del califato cordobés; y Momella, en Tanzania (“Hatari”; el cine me puede)-, pero lo importante es que me he acordado de otro cura aragonés, de Alfamén, por más señas, del que ya hablaré.
El nuevo prelado, dicen que persona dialogante y afín a las ideas del Papa Paco (no es blasfemia), viene a acabar -ya era hora- con el legado de Rouco Varela, hombre preconciliar donde los haya y alineado con los papas conservadores, agitador social y soliviantador de masas, que ha pretendido, y en demasiadas ocasiones lo ha conseguido, decir a los gobiernos lo que debían hacer. Dictados, acompañados por movilizaciones callejeras y misas en lugares públicos, que algunos mandatarios han seguido, encantados, al pie de la letra, como si les faltaran -que les faltan- razones civiles para defender sus decisiones políticas, pero sin tener que recurrir a la vieja alianza del poder civil y el poder eclesiástico, que, para la derecha de este país carece de fecha de caducidad.
Omella es cardenal y arzobispo de Barcelona, pero por su labor mediadora entre Rajoy y Puigdemont, no es bien visto por los independentistas.
Primero, porque no es catalán y eso choca con la vieja demanda de “Volem bisbes catalans”, que ahora quiere decir más que eso -“Queremos obispos catalanistas, o mejor, independentistas”-, por lo cual es abiertamente rechazado por asociaciones como Cristians per la Independència o Esglesia Plural (pero todos independentistas). Ya veremos lo que da de sí su mandato, pero en principio, es un alivio librarse de una Curia tan escorada políticamente a la derecha, pues las consecuencias de sus actos afectan a todo bicho viviente, sea adicto o no, ya que católicos lo somos todos, hasta que una ley modifique ese estatus que nos fue adjudicado sin consulta cuando íbamos en mantillas.

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