Un
grupo local de los CDRQNEI (Comités de Defensa de la República Que No Existe,
Idiota) de Sabadell, que el sábado reprochó al President Quim Torra haber retirado
las pancartas y los lazos amarillos de los edificios públicos a instancias de
la Junta Electoral Central (y del Sindic de Greuges, dicho sea de paso), portaba
una pancarta en la que, sumándose al vicio nacional de solicitar dimisiones por
un quítame allá esas pajas, pedía la dimisión de Torra o la inmediata declaración
de la república, suponemos, ya que el mensaje era confuso porque utilizaba dos
versiones de catalán en la misma frase-“Implementació o dimisió”-.
La
segunda palabra corresponde al catalán actual, la primera fue un vocablo del “Prontuari
Politic i Sindical del segle IV”, exportado por Wifredo el Velludo, quien, tras
atravesar Francia con sus huestes para conquistar Normadía, cruzó el canal de
la Mancha y desembarcó en las playas de Cornualles para dirigirse a Londón, que
cayó en su poder tras un breve asedio, al ser derribadas sus murallas, como en
Jericó, con el sonido de trompetas y atambores y los gritos de un coro de
enronquecidas voces que exclamaba día y noche ¡Volem decidir!
Para
conmemorar tan extraordinaria gesta y dejar dormir a los nativos, Wifredo mandó
construir, a unas leguas de allí, a orillas del río Cam, una de las primeras
universidades de Europa, a la que llamó Cambrils, que luego los ingleses
llamaron Cambridge, por uno de sus insulares caprichos.
Una
vez terminada la obra exclamó: “Aixó es una implementació”. Frase que quedó
grabada en letras de oro en la biblioteca por seculam seculorum.
Desde entonces, los ingleses asumieron la palabra como
propia; primero fueron bardos y juglares, después los políticos la utilizaron como
“implement”, de donde recientemente la han tomado los periodistas españoles,
para colocarla en sus crónicas donde no saben qué palabra utilizar en
castellano. Y parece ser esa la causa de que los CDRQNEI hayan querido reivindicar
el primitivo origen catalán del término, que, por cierto, no amilanó al President,
pues, emulando al Rey Sol y marcándose un farol, exclamó: Jo soc el poble. Que
en inglés quiere decir: I am the people (stupids). Y ahí concluyó el lance.
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