domingo, 24 de marzo de 2019

“Implementació”


Un grupo local de los CDRQNEI (Comités de Defensa de la República Que No Existe, Idiota) de Sabadell, que el sábado reprochó al President Quim Torra haber retirado las pancartas y los lazos amarillos de los edificios públicos a instancias de la Junta Electoral Central (y del Sindic de Greuges, dicho sea de paso), portaba una pancarta en la que, sumándose al vicio nacional de solicitar dimisiones por un quítame allá esas pajas, pedía la dimisión de Torra o la inmediata declaración de la república, suponemos, ya que el mensaje era confuso porque utilizaba dos versiones de catalán en la misma frase-“Implementació o dimisió”-.
La segunda palabra corresponde al catalán actual, la primera fue un vocablo del “Prontuari Politic i Sindical del segle IV”, exportado por Wifredo el Velludo, quien, tras atravesar Francia con sus huestes para conquistar Normadía, cruzó el canal de la Mancha y desembarcó en las playas de Cornualles para dirigirse a Londón, que cayó en su poder tras un breve asedio, al ser derribadas sus murallas, como en Jericó, con el sonido de trompetas y atambores y los gritos de un coro de enronquecidas voces que exclamaba día y noche ¡Volem decidir!
Para conmemorar tan extraordinaria gesta y dejar dormir a los nativos, Wifredo mandó construir, a unas leguas de allí, a orillas del río Cam, una de las primeras universidades de Europa, a la que llamó Cambrils, que luego los ingleses llamaron Cambridge, por uno de sus insulares caprichos.  
Una vez terminada la obra exclamó: “Aixó es una implementació”. Frase que quedó grabada en letras de oro en la biblioteca por seculam seculorum.
Desde entonces, los ingleses asumieron la palabra como propia; primero fueron bardos y juglares, después los políticos la utilizaron como “implement”, de donde recientemente la han tomado los periodistas españoles, para colocarla en sus crónicas donde no saben qué palabra utilizar en castellano. Y parece ser esa la causa de que los CDRQNEI hayan querido reivindicar el primitivo origen catalán del término, que, por cierto, no amilanó al President, pues, emulando al Rey Sol y marcándose un farol, exclamó: Jo soc el poble. Que en inglés quiere decir: I am the people (stupids). Y ahí concluyó el lance.

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