lunes, 21 de enero de 2019

Izquierda engullida

En ese despiste de la izquierda y su deriva hacia el nacionalismo, hay otro ingrediente a tener en cuenta, que es la movilización social.
Después de los agitados años de la Transición y de lo que se podría llamar “pacificación subsiguiente” (o desencanto, atonía, etc) de la etapa de “normalización democrática”, es decir a medida que, en la práctica, entraban en funcionamiento las estructuras que reconocían los conflictos sociales, negados por el franquismo como tensiones inducidas desde el exterior (Moscú, Praga, la masonería, etc), y trataban de resolverlos política y jurídicamente dentro de las instituciones, una parte de la izquierda, que fundaba su existencia en la actividad del movimiento obrero, ya encauzado a través de los sindicatos, buscó la continuidad de su función opositora en la movilización de agentes sociales por objetivos alternativos a los del movimiento obrero, y uno de estos fue el movimiento nacionalista, al que la izquierda se sumó con la pretensión de llevar adelante, en unos casos, la ruptura regional con la reforma del régimen (Euskadi como último bastión para resistir al franquismo coronado), y en otros, de concluir lo que la Transición había dejado pendiente, que eran los derechos de las nacionalidades. 
El resultado lo sabemos: la izquierda fue engullida por el activo nacionalismo burgués y ha desaparecido como opción política para los trabajadores. 

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