Good morning,
Spain que es different (and Catalonia too)
Nocturnidad y alevosía
Precedido por el truco de recusar a los
miembros del Tribunal Constitucional para tratar de evitar una rápida reacción
ante lo que se preparaba, ayer, con la atrabiliaria actuación de la Presidenta
del Parlament, señora Forcadell, y con secreto, opacidad, prisa, abuso de autoridad,
nocturnidad, alevosía, desprecio de la cortesía parlamentaria e incluso de las
reglas de la buena educación, la exigua mayoría parlamentaria independentista (72
diputados de 135), pero no electoral (48% de los votos, 35% del censo), consumó
el primer acto del choque de trenes aprobando la ley con que la Generalitat
intenta celebrar un referéndum de autodeterminación el día 1 de octubre.
Pasando por encima de la opinión de los
letrados de la Cámara, evitado el dictamen del Consejo de Garantías
Estatutarias, vulnerando el reglamento y el propio Estatut, que exige una
mayoría cualificada de dos tercios (90 diputados) para aprobar una ley de semejante
trascendencia, y desoyendo las protestas de los diputados de la oposición, que
representan a la mayoría electoral (52%), la Ley del referéndum se introdujo a
la fuerza en el orden del día.
A partir de ahí, transcurrió la
apresurada tramitación, sin publicidad, sin plazos, sin debate, sin informes y
dictámenes previos, de una ley que había permanecido oculta a los ojos de la
oposición parlamentaria y de la ciudadanía, y que fue desvelada con el tiempo
justo para ser leída y votada sin resistencia. Que una ley que nace en tan
deplorables circunstancias sea la que debe amparar la fundación, dicen que
democrática, de un nuevo país, desgajado territorialmente de España, ofrece una
idea bastante aproximada de lo que sus promotores tienen en la cabeza, que es
un tipo de Estado propio de otras latitudes, quizá una república bananera, quizá
la Turquía de Erdogán.
Ayer, no sólo se consumó el primer acto
del prometido choque de trenes, desde que, en su investidura en noviembre de
2010, Artur Mas anunció que Cataluña iniciaba un proceso de transición nacional
y ponía rumbo de colisión, sino que la mayoría independentista del Parlament
comenzó una revolución en el derecho al inaugurar una nueva era política en
Cataluña, en España y en el mundo entero, que invierte la jerarquía jurídica
hasta ahora vigente, de que las normas de menor rango se subordinan a las de
mayor rango.
Siguiendo la lógica recién
establecida, cualquier municipio de Cataluña, por la sola voluntad de los
representantes de sus moradores y en uso de una soberanía que no desea
compartir, se puede declarar instancia jurídica suprema y elaborar unas normas,
que, aun siendo locales, sean consideradas superiores a todas las demás y
actuar en consecuencia. Con lo cual puede decidir si se constituye en república
independiente dentro de la hipotética nueva república de Cataluña, en una monarquía
independiente fundando una nueva dinastía, continuar unido a España como un
privilegiado enclave o incluso solicitar al Congreso de Estados Unidos su
admisión como nuevo estado de la Unión, tal como en su día hizo Cartagena, en
tiempos del cantón. Un adelanto, vamos.
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