jueves, 7 de septiembre de 2017

Nocturnidad y alevosía

Good morning, Spain que es different (and Catalonia too)


Nocturnidad y alevosía
Precedido por el truco de recusar a los miembros del Tribunal Constitucional para tratar de evitar una rápida reacción ante lo que se preparaba, ayer, con la atrabiliaria actuación de la Presidenta del Parlament, señora Forcadell, y con secreto, opacidad, prisa, abuso de autoridad, nocturnidad, alevosía, desprecio de la cortesía parlamentaria e incluso de las reglas de la buena educación, la exigua mayoría parlamentaria independentista (72 diputados de 135), pero no electoral (48% de los votos, 35% del censo), consumó el primer acto del choque de trenes aprobando la ley con que la Generalitat intenta celebrar un referéndum de autodeterminación el día 1 de octubre.
Pasando por encima de la opinión de los letrados de la Cámara, evitado el dictamen del Consejo de Garantías Estatutarias, vulnerando el reglamento y el propio Estatut, que exige una mayoría cualificada de dos tercios (90 diputados) para aprobar una ley de semejante trascendencia, y desoyendo las protestas de los diputados de la oposición, que representan a la mayoría electoral (52%), la Ley del referéndum se introdujo a la fuerza en el orden del día.
A partir de ahí, transcurrió la apresurada tramitación, sin publicidad, sin plazos, sin debate, sin informes y dictámenes previos, de una ley que había permanecido oculta a los ojos de la oposición parlamentaria y de la ciudadanía, y que fue desvelada con el tiempo justo para ser leída y votada sin resistencia. Que una ley que nace en tan deplorables circunstancias sea la que debe amparar la fundación, dicen que democrática, de un nuevo país, desgajado territorialmente de España, ofrece una idea bastante aproximada de lo que sus promotores tienen en la cabeza, que es un tipo de Estado propio de otras latitudes, quizá una república bananera, quizá la Turquía de Erdogán.   
Ayer, no sólo se consumó el primer acto del prometido choque de trenes, desde que, en su investidura en noviembre de 2010, Artur Mas anunció que Cataluña iniciaba un proceso de transición nacional y ponía rumbo de colisión, sino que la mayoría independentista del Parlament comenzó una revolución en el derecho al inaugurar una nueva era política en Cataluña, en España y en el mundo entero, que invierte la jerarquía jurídica hasta ahora vigente, de que las normas de menor rango se subordinan a las de mayor rango.
Siguiendo la lógica recién establecida, cualquier municipio de Cataluña, por la sola voluntad de los representantes de sus moradores y en uso de una soberanía que no desea compartir, se puede declarar instancia jurídica suprema y elaborar unas normas, que, aun siendo locales, sean consideradas superiores a todas las demás y actuar en consecuencia. Con lo cual puede decidir si se constituye en república independiente dentro de la hipotética nueva república de Cataluña, en una monarquía independiente fundando una nueva dinastía, continuar unido a España como un privilegiado enclave o incluso solicitar al Congreso de Estados Unidos su admisión como nuevo estado de la Unión, tal como en su día hizo Cartagena, en tiempos del cantón. Un adelanto, vamos.





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