jueves, 14 de septiembre de 2017

700

El auge de los nacionalistas catalanes es obra, sobre todo, de ellos mismos; luego del sistema electoral que les ha sobrerrepresentado y les ha permitido jugar un papel político en toda España muy superior a su representación social. El PSOE y el PP lo podían haber corregido, pero no han querido.
Las izquierdas han tenido un posición muy contradictoria y a veces francamente débil, y la derecha ha tenido un postura bastante cerril sobre la unidad de España, que suele confundir con uniformidad. Zapatero metió la pata y Maragall quiso ser más nacionalista que CiU y ERC, que pugnaron por ver quién hacía más difícil que el nou Estatut pudiera aprobarse. Y el PP, después de que Aznar hablara catalán en la intimidad, se equivocó en las dos tácticas que ensayó. Estando en la oposición, "patriótica" la llamaron, y para desgastar a Zp organizaron todo aquel sarao de las mociones con el Estatut, el recurso el Tribunal Constitucional, España se balcaniza, aquella mención de Fraga a Covadonga para recuperar España, el boicot a los productos catalanes, el intento de organizar un referéndum sobre la unidad de España y otras cosas por el estilo. Todo muy entretenido. Ya en el Gobierno, la táctica ha sido la contraria: no hacer nada, ni por activa ni por pasiva; les ha faltado discurso político y no han intentado neutralizar los argumentos de los nacionalistas y fortalecer a los catalanes que no lo son. Quieren la unidad de España, pero no saben por qué ni para qué. Y el recurso a la ley en un partido que se la salta cuando le conviene es una defensa muy débil. Y los nacionalistas, crecidos; no supieron parar a un alcalde que montó un referéndum por su cuenta y a hora quieren parar a 700. Un dislate.

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