lunes, 6 de julio de 2015

Refrendo griego

Kalimera, Spain, que Grecia también es different

Los griegos han votado y no se han abierto las aguas del Egeo para tragarse a los descreídos de las certezas de la Troika, que, por cierto, son muchos a la luz del contundente resultado: 61% por el NO, frente al 39% a favor del Sí.  
Los falsos profetas, los “expertos”, los sondeos, la prensa, los mensajeros del miedo, los cobradores del frac europeos, los espadachines sueldo de los poderes fácticos, los sacristanes de los usureros, los partidos de la derecha y la desnortada socialdemocracia europea -¡Vaya ojo clínico el de Schulz!-, que han seguido a Merkel, Schauble, Juncker y Lagarde, se han equivocado.
Aquí también se ha vendido mercancía averiada. El PP ha aprovechado para arremeter contra Podemos, al que emparenta en radicalismo con Siryza, que junto con Chávez, Maduro y Correa, forman su particular eje del mal, y de rebote contra el PSOE, que tampoco ha estado muy fino jugando a sí pero no, o no pero sí, porque están pillados por la apresurada reforma del artículo 135 de la Constitución por el diktat de la Troika.
La imagen de Rajoy es patética al exigir al gobierno griego que acepte sin discutir las condiciones que imponen Frankfurt, Berlín y Bruselas. Porque ese el asunto central, discutir sin un dogal, ya que los griegos no han dicho que quieran salir de la Unión Europea, ni siquiera de la eurozona. Así que no es el fin del euro, ni de la eurozona, ni de la Unión Europea, sino sólo un frenazo a las autoritarias pretensiones del quienes gobiernan de facto Europa y, sobre todo, a las de Alemania, que ha entendido el referéndum griego como el intento de discrepar de las directrices de la “neue Kaiserin”.
La decisión de los griegos ha sido importante por dos razones, la primera, podríamos decir, por soberanía, por dignidad, por democracia; la segunda, por lógica, porque seguir aplicando mansamente las directrices de la Troika no es una solución aceptable, pues con los sacrificios aceptados hasta ahora la deuda griega (igual que la española) no ha hecho más que crecer, ya que ha pasado del 97% del PIB antes de la crisis al 175% del PIB en 2015.  
Ahora, lo aconsejable es volver a la mesa de negociaciones con otro talante, razón por la cual a pesar del éxito obtenido por su Gobierno, Varufakis ha dimitido para facilitar la negociación. Y en eso, Grecia seguramente contará con el apoyo del FMI, que, en un reciente documento, ocultado por Lagarde, habla de establecer nuevas condiciones, y entre ellas, recortar la deuda, porque sabe que es imposible de devolver. Al fin y al cabo eso es lo que se hizo con Alemania en 1953. Y también contará con el apoyo de EE.UU., pues Obama veía con preocupación la salida de Grecia de la influencia occidental y su posible paso a un entendimiento financiero con Rusia o con China.
Mientras para Merkel, cuya miopía geoestratégica es proverbial, Grecia es un pequeño país deudor que desafía su autoridad, para los Estados Unidos el país heleno es un baluarte estratégico en una zona muy conflictiva, junto a los Balcanes, debajo de Rusia, al lado de Turquía y frente al cercano Oriente y el norte de África, que está envuelto en llamas.

Los griegos han dicho no a la imaginaria, pero onerosa y autoritaria manera de salir de la crisis. Los norteamericanos lo han entendido pronto. Esperemos que los mandatarios europeos empiecen a entenderlo, y así ganaremos todos, aunque los bancos pierdan un poco.   

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