Good morning, Spain,
que es different
El
hombre que lleva cuatro años escurriendo el bulto, huyendo de la prensa y
negándose a escuchar a la oposición; el hombre que veta las preguntas que no le
gustan, suprime los debates y se ausenta del Congreso cuando le conviene; el
hombre que comparece o “se aparece” en una pantalla de televisión, que gobierna
el país a golpe de decreto sin dar cuenta de sus actos, y que fía admitir, “ad
calendas graecas”, algún tipo de responsabilidad sobre su gestión y sobre la
corrupción que anega a su partido, ha decidido debatir en el Congreso el
rescate… ¡de Grecia!
Por
imperativo mariano, el parlamento español va a discutir, ahora, en el verano de
2015, las durísimas condiciones que la Unión Europea y el FMI han impuesto al
Gobierno griego para conceder el tercer rescate financiero al país heleno,
cuando no hemos discutido los dos anteriores rescates a Grecia y, por no
discutir, no tuvimos siquiera un debate parlamentario sobre el rescate de
España, en 2012, porque el señor Rajoy no quiso convocar un pleno en el
Congreso a tal efecto. Se supone que le pareció que la ocasión no lo
merecía.
Aunque
no lo vieron así los gobiernos de otros países, pues los holandeses y los
alemanes disfrutaron del privilegio de asistir, en sus respectivos parlamentos,
al debate político suscitado por el rescate de España. Tuvieron más suerte, y
mejor Gobierno, que los españoles.
El
hombre que, con estivalidad y alevosía, pactó con Zapatero la apresurada
reforma del artículo 135 de la Constitución Española para adaptarla a las
exigencias de la Comisión Europea, del Banco Central Europeo y del FMI, ha
decidido ahora debatir sobre el tercer rescate de Grecia. Pero, ¿qué broma es
esta?
Ahora
vamos a discutir sobre el rescate a Grecia, cuando en España no hemos podido
asistir a un debate parlamentario sobre las condiciones impuestas por la
“troika” para conceder un rescate destinado a salvar a bancos españoles en
quiebra, porque se llama así, señor Rajoy, ¡un rescate!, aunque a usted y al
señor Guindos les parezca “un préstamo en inmejorables condiciones” la
concesión de unos fondos europeos, que han tenido como contraprestación un
recorte brutal en gasto público, descenso de salarios, aumento del paro, de la pobreza,
de la desigualdad y, naturalmente, de la deuda. ¿Qué broma es esta? ¿A qué
viene este repentino interés en discutir, en una persona que se destaca por sus
silencios?
Pues
el interés está en convocar un debate, que, aprovechando el clima de opinión
suscitado por el refrendo de Grecia y las incoherencias del PSOE, proporcione a
Rajoy la ocasión de meter el dedo en el ojo a Pedro Sánchez y acusar a “Podemos”,
que carece de representantes en el Congreso, de ser el partido de Tsipras en
España.
A Rajoy no le interesan ni Grecia ni la suerte de los
griegos, ni tampoco la suerte de los españoles de a pie, y mucho menos la
opinión de sus adversarios políticos, sino tener la ocasión de acusarles,
aprovechando la ventaja que proporciona la rígida ortopedia parlamentaria, con
la única intención de detener el deterioro del PP que revelan las encuestas;
simple oportunismo electoral.
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