Good morning, Spain, que es different
En este final de legislatura plagado de
atrabiliarias decisiones del Gobierno, no debe sorprender la designación de Xavier García Albiol para encabezar la lista de los candidatos “populares” en las
elecciones autonómicas catalanas del 27 de septiembre.
Aunque vaya seguido en la lista por Andrea Levy, que representa la aportación femenina a la insoportable inanidad del ser, dada la trayectoria del personaje, racista y “valentón”, es dudoso que con ese candidato suba espectacularmente el número de diputados del PP en el Parlament de Cataluña, que, en buena lógica, debería ser el primordial objetivo de esa renovada oferta (el “ticket”, que dicen los norteamericanos), para dotar a Rajoy del máximo respaldo electoral posible a la hora de sentarse a discutir, después del 27 de septiembre, con otras fuerzas políticas y, particularmente, con Artur Mas. La designación de una persona que, de momento, parece difícil que pueda sumar más apoyos, es otro manotazo de un Rajoy a punto de perder la flema.
Aunque vaya seguido en la lista por Andrea Levy, que representa la aportación femenina a la insoportable inanidad del ser, dada la trayectoria del personaje, racista y “valentón”, es dudoso que con ese candidato suba espectacularmente el número de diputados del PP en el Parlament de Cataluña, que, en buena lógica, debería ser el primordial objetivo de esa renovada oferta (el “ticket”, que dicen los norteamericanos), para dotar a Rajoy del máximo respaldo electoral posible a la hora de sentarse a discutir, después del 27 de septiembre, con otras fuerzas políticas y, particularmente, con Artur Mas. La designación de una persona que, de momento, parece difícil que pueda sumar más apoyos, es otro manotazo de un Rajoy a punto de perder la flema.
La designación del
ex alcalde de Badalona, que durante años ha hecho bandera de la xenofobia y la
discriminación de los inmigrantes (“los rumanos nos roban”), acerca aún más el
Partido Popular a la extrema derecha, lindando ya con posiciones que son
comunes en el partido de Marine Le Pen, pero además, la elección de García Albiol es
contradictoria con el objetivo que persigue Rajoy en Cataluña, que es evitar la
escisión y mantener no sólo la unidad del país, según su particular entender,
sino defender la igualdad de derechos de los ciudadanos españoles en todas las
regiones del territorio nacional, porque Albiol en Badalona se ha ganado fama
de segregador.
Así, al defender
el nacionalismo español de modo tan excluyente, con el nuevo candidato a
President de la Generalitat (a eso equivale encabezar la lista), el Partido
Popular refuerza los aspectos más insolidarios de los soberanistas e incluso al
sector etnicista de los nacionalistas, porque de la misma manera que se dice
España para los españoles, porque los de fuera son diferentes (e incluso
delincuentes), se dice Cataluña para los catalanes, porque los españoles son
diferentes e incluso delincuentes (“España nos roba”). Ambos discursos son
simétricos; el mal siempre está fuera y el extranjero es sospechoso por
principio, porque se quiere apropiar de nuestra, y sólo nuestra, prosperidad.
Lo cual es una
prueba más de lo equivocado que está el Gobierno respecto al llamado “problema
catalán”, ante el cual parece renunciar a cualquier tipo de solución negociada
con las fuerzas políticas catalanas, para apostar sólo por una prueba de fuerza
de consecuencias inciertas, pues nada garantiza que el resultado obtenido llegue
simplemente con la estricta aplicación de la ley. En todo caso, es una apuesta
arriesgada.
Al designar a García Albiol, Rajoy se dirige a los más convencidos de los suyos y se
olvida del amplio sector de catalanes que no siendo independentistas tampoco
están conformes con la actual relación de Cataluña con España, que desean volver a negociar, incluyendo una solución de tipo federal, en un marco que haga
posible el diálogo. Con el abandono de este importante sector de ciudadanos, cuyo voto cede presumiblemente a
la acción de Ciudadanos, el Partido Popular trata de retener la pérdida de
votantes en el resto de España agitando el separatismo catalán, pero en
Cataluña se recluye en un búnker. Rajoy cree que le sirve la misma táctica de
otras veces, pero esta vez es diferente. Una prueba más de lo perdido que está.
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