viernes, 3 de julio de 2015

El viaje de la izquierda

Hace mucho tiempo que la izquierda española, o las izquierdas de España, o como otros dirán del Estado español (como no quiero molestar, me da igual la calificación), emprendieron un viaje, sin aparente retorno, que, ante la emergencia de la postmodernidad, les llevó a buscar nuevos absolutos. El marxismo dogmático (y no lo digo sólo en el sentido más conocido del término, sino en el de aludir a un marxismo aprendido, copiado, a falta de elaboración propia, porque la izquierda en España ha sido poco original), como un pensamiento fuerte, como ideología de confrontación, se quedaba sin respuestas ante el pensamiento débil. Y había que buscar nuevas categorías para conservar lo esencial: la potencia de una posición ideológica de lucha en un momento en que la ofensiva burguesa era muy fuerte (y vuelvo a la "reacción conservadora"). En este viaje, se desembarazaron de Hegel y lo reemplazaron por Herder y pasaron de la Razón a la emoción y los sentimientos; de la Historia a la Naturaleza; de la Producción a la Cultura y de la Clase a la Nación. Se conservaba el espíritu de resistir e incluso el de conquistar, pero se había dejado por el camino lo esencial, y la izquierda se unía en posición subalterna a las burguesías nacionalistas.

No, no me olvido de la crítica de Marx al capitalismo, que por efecto de las luchas obreras se ha moderado en Occidente y se legitima con el Estado del Bienestar, que hasta los años ochenta se cree una conquista definitiva, sino que me refiero a las realizaciones prácticas hechas en nombre de Marx: URSS y países satélites, China, Cuba, Vietnam, Camboya, que están muy lejos de mostrarse como alternativas atrayentes al capitalismo moderado occidental.

Por un lado, el enfrentamiento entre capitalismo y comunismo ha impedido o dificultado la crítica interna en el campo de la izquierda para no minar la moral en las propias filas, en unos casos, y en otros para evitar la acusación de deslealtad, revisionismo, traición, etc, etc, y las sanciones anejas (exilio, expulsión, purga, cárcel, siquiátrico, gulag, etc). Por otro, la teoría mx reducida a mera escolástica -una guía para la acción, aplicable urbi et orbi- y administrada por popes no predispone a la crítica. Por lo general, la reflexión crítica sobre el mx se ha hecho al margen y con frecuencia contra los partidos comunistas, que se declaraban marxistas. Paradójicamente, el mx ha tenido desarrollo en el mundo académico y ha llevado una existencia vegetativa en los partidos políticos; se ha desarrollado lejos de la política, del mundo del trabajo y la práctica de la lucha de clases, y con frecuencia también alejado teóricamente de esos temas, refugiado (la abstracción permite más libertad) en el terreno de la filosofía, la metodología, de la cultura, del arte o del lenguaje, o ha tomado nuevos caminos (ecologismo, feminismo). Mientras que la crítica a sus limitaciones en el campo de la libertad, los derechos civiles, los límites del poder, la supremacía del Estado o la formalidad de la democracia "obrera", ha quedado en manos de sus adversarios, algunos de ellos muy inteligentes (Aron o Popper, por ejemplo).

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