viernes, 6 de enero de 2023

Día de Reyes

 En esta fecha del año me siento triplemente monárquico, pues son tres las majestades que, en el breve y laborioso reinado de una noche, suscitan sueños en la gente pequeña y en la grande, que también sueña, y reparten regalos, pero, sobre todo, fantasía.

No puedo imaginar la jornada sin la llegada de tres misteriosos hombres sabios de Oriente, montados en dromedarios, seguidos por un cortejo de pajes y animales cargados de regalos, sobre un fondo de dunas y palmeras.

Respeto la tradición de otros lugares, que cuentan con otros donantes, como el leñador vasco, las brujas buenas como la Befana italiana, el Papá Noel francés, el gordito Santa Claus americano, el san Nicolás de los países nórdicos, pero no es lo mismo, los Reyes Magos son tres reyes de diferente raza, que proceden de un exótico reino, no sabemos si del mismo, pues cuesta imaginar tres reyes en el mismo país, a no ser que se alternen en el trono o que uno tenga contrato fijo y los otros dos sean eméritos, como ha habido un papa emérito o, incluso, tres papas pontificando simultáneamente, uno de ellos en España, con residencia en la costa levantina.

No, esta tradición no admite interpretaciones y reformas, es así; ya sé que procede de la ancestral hegemonía del oprobioso heteropatriarcado, pero no me puedo imaginar la cabalgata con tres reinas o tres empoderadas princesas, rompedoras o postmodernas, ni tampoco, con estricto tono laico y civil, con tres estirados presidentes de república o tres adustos y ateos comisarios políticos; no puede ser, definitivamente no encajan y no serán más verosímiles -si es que hace falta que lo sean- que estas mágicas majestades.

Así que tengan ustedes un buen día de Reyes, con sorpresas y regalos, espero que merecidos por buen comportamiento, y quienes no se han portado del todo bien, no diré que mal, sino medianamente mal, que reciban la ración de carbón correspondiente a su descuido, pero carbón negro, como el que antes se vendía en las carbonerías para encender cocinas, estufas y braseros; carbón de encina o antracita de Fabero.

¿Y quién será este Fabero, que produce un carbón tan duro y tan negro?  Me preguntaba yo, de pequeño, hasta que supe que no era una persona sino un pueblo de la provincia de León, con levantiscos mineros, que proveían de materia prima a sus majestades para sancionar el comportamiento anual de niñas respondonas y niños mal criados, que se resistían a hacer los deberes del colegio y a recoger los juguetes tras haber jugado con ellos.

Pobrecillos, no sabían que años después una generación de adultos dejaría las bicicletas y los patinetes de alquiler tirados de cualquier manera y en cualquier parte de la ciudad, por lo que merecen, no carbón, sino una multa bien gorda y bien negra, que no acaba de llegar porque el señor alcalde no hace los deberes, razón por la cual los Reyes Magos, en el mes de mayo, le deberían llenar, no el zapato o el calcetín, sino las urnas, de votos bien negros.   

6 de enero de 2023.   

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