No me he quedado satisfecho con lo que
escribí ayer (sobre los jóvenes de IU). Me parece que fray Luis nos animaba a proponer temas, ideas,
sugerencias de cara a la reunión del fin de semana, y por mi parte no fui muy
explícito.
¿Qué le diría yo a Gaspar Ll. (si me
atreviera)?, o ¿Qué haría yo si fuera Gaspar y me atreviera (y me dejaran)?
1. Pensar
que esta crisis puede ser la
última. Es más: debe ser la última, y por lo tanto el
desenlace deber estar abierto a todo, incluso a la desaparición de IU. Que no
sería nada deshonroso. Sí, una pequeña tragedia política a corto plazo, pero si
le quitamos los aspectos emocionales (importantes), quedarse a la
intemperie obligara a plantear el futuro de la izquierda de otra manera. No es
la solución que más me gusta, pero no sé si tiene mucho sentido salir de la
crisis con otro zurcido y con IU “más reforzada que nunca” (hasta el mes que
viene), y en cuanto se convoquen elecciones volver a las luchas por figurar en
las listas y volver a perder porcentaje electoral.
2. No
sería conveniente tener prisa por cerrar la crisis. En IU tienen suerte de no
gobernar (algunos pretenden no gobernar nunca; son gente genéticamente de “la
oposición”) y eso permite tomarse cierto tiempo para discutir. La solución de
la crisis no debe ser un suceso, sino un proceso. En esto hay que huir de las
obligaciones mediáticas y de las puestas en escena espectaculares. La crisis se
debe resolver discutiendo; discutiendo mucho, y eso lleva su tiempo.
3. Huiría,
por lo tanto, de resolver la crisis barajando las mismas cartas y llegando a
soluciones de compromiso con los mismos protagonistas de siempre. Esos malos arreglos
entre familias, como no son programáticos o ideológicos sino oportunistas,
duran poco; en cuanto cambia la coyuntura y hay que defender el sillón frente a
otros, hay que volver a colocarse, incluso contra los “aliados” de ayer. Los
últimos años de IU me recuerdan la larga estancia en el poder de la DC en
Italia. Las crisis de gobierno eran continuas, pero los que gobernaban eran
siempre los mismos.
4. Por
eso mismo hay que renovar los dirigentes. Hace falta, al menos, gente nueva; sería
deseable que también aportara ideas nuevas, pero es más difícil, pero si aporta
otro talante (estamos en tiempos en que el talante parece arreglarlo todo)
podría crear un marco más adecuado para discutir.
5. Por
lo mismo, hay que renovar las estructuras. Habría que abrir una etapa
provisional y dotarse de una estructura que permitiera discutir sobre todo con
profundidad (y con pasión, si es necesario), pero sin que de esas discusiones
tuvieran que salir inmediatamente decisiones políticas ni traducirse en la
creación de órganos jerárquicos. Es decir, que los resultados de la discusión
no tuvieran que ver inmediatamente con cuotas de poder dentro de IU. Sé que no
es fácil, porque hay cargos institucionales, estructuras que hay que mantener,
etc, pero si, como hasta ahora, se siguen mezclando el poder y la discusión política el resultado sería seguramente poco novedoso.
6. Como
no se trata de hacer de esta crisis otra ración de lo mismo, sería conveniente
que mucha gente, me refiero a los más mayores, que lleva muchos años en la
dirección y en cargos públicos “sacrificándose” por la causa, cesara de “sacrificarse”
y dejara sitio al “sacrificio” de otros, a ser posible más jóvenes y menos
mediatizados por, al menos, un cuarto de siglo de luchas intestinas.
7. Si
IU está tocando fondo sería necesario ir hasta el fondo, hasta la raíz de los problemas; aunque
ser radical con las propias ideas no es tarea fácil cuando se trata de
revisarlas y, en muchos casos, de desecharlas.
En
este aspecto habría que huir de adoptar fórmulas rápidas pero vacías, como
Izquierda Verde o cosas así, porque las cosas no se transforman cambiando el
nombre (más cuando hay gente que no quiere lo verde ni en pintura). Por eso
sería muy conveniente ir a las definiciones esenciales, por ejemplo ¿qué es lo
rojo? ¿Cuál es el perfil que define lo rojo hoy? Y quienes en IU defienden el
socialismo tendrían que explicar cómo lo entienden, porque yo creo que ahí está
el quid de la cuestión. ¿Es posible seguir defendiendo el socialismo, sin muchos
matices, después de la experiencia de la URSS? ¿Nos sirve el modelo de
socialismo chino, en el hipotético caso de que lo sea? ¿Es válido el modelo de
Euskal Herría socialista que propone allí la “izquierda” abertzale? ¿Es el
socialismo sólo un método adecuado para industrializar rápidamente países
atrasados o es algo más? ¿Ha respondido a lo que se esperaba de él?
Desde
el punto de vista de un nuevo humanismo, lo que hemos conocido de los regímenes
socialistas realmente existentes, no sólo en grandes potencias como la URSS o
China, sino de países europeos más pequeños como Rumanía, Bulgaria, Hungría,
Polonia, Albania, etc, es espantoso como modelo económico y como régimen
político.
El que, tras el estallido de 1989, hayan
salido del Comité Central del PCUS individuos de todos los pelajes y colores
(desde socialistas y viejos comunistas, estalinistas convencidos, a fascistas,
liberales, nacionalistas o directamente mafiosos), además de la falacia de la
unidad política del partido único, pone sobre el tapete el fracaso en la
construcción del hombre nuevo. ¿Hombres nuevos esos tipos, que representan los
rasgos más viejos y más feos de la humanidad? Por eso, sería también deseable
que en la discusión se depuraran elementos utópicos, que lejos de alumbrar el
camino lo pueden desviar hacia lo ilusorio (como poco), y que se pensara en
términos más modestos. Dejémonos de enmendar la plana a Dios creando el hombre
nuevo y luchemos por objetivos más modestos: hacer una sociedad en donde lo
peor quede contenido por los mejores impulsos del hombre viejo (y habría que
añadir aquí, de la mujer vieja, aunque sea casi un sacrilegio).
En fin, no sé si algo de esto sirve, ni
si es oportuno hablar con Gaspar LL., pero ahí queda.
Saludos mañaneros
Fray Pepe
Para: Colectivo Red Verde, 17 de septiembre de 2004.
http://www.nuevatribuna.es/opinion/julian-sanchez-vizcaino/quiere-suicidar-izquierda-unida/20140909165545106953.html
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