domingo, 12 de marzo de 2017

Lladres patriotics

Con todo esto del juicio del Millet, del Montull, del Viloca y otras hierbas aromáticas, como catalán y español estoy confuso, porque dada la similitud con los casos Gurtel, Orange Market, Púnica, Pokémon ERE y auditorio (etc, etc, etc), no sé si apandaban a la catalana, a la castellana, a la valenciana, a la gallega, a la andaluza o a la murciana. En cualquier caso, parece que los contratos públicos adjudicados sin concurso son la permanente guarnición del menú turístico servido en cada región, o mejor nación, de España: contratos con comisión servidos con butifarra, con sopas de ajo, con paella mixta (y unos trajes de regalo), con lacón con grelos, pescaito frito o empedrado de garbanzos.
Ya no sé, si respecto a la clase política, España es una nación de naciones o un sólo país de ladrones, con una sola clase política que roba donde puede, adaptándose a los usos y banderas del lugar. Quizá en el desaforado mangue de dinero público resida el verdadero internacionalismo interior o el auténtico espíritu patriótico de cada lugar. En todo caso, no veo motivo de orgullo.

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