Emoción y racionalidad ante la huelga general del
29/9/2010.
Debate con Máximus en Red Verde
Maximus: Tampoco se encuentra en el debate político la
palabra “ternura”, como sabéis, la utilizaba Petra Kelly en sus discursos y en
su libro “Pensar con el corazón”. Pero estando de acuerdo, Roca, en lo
que señalas y en la necesidad de un cambio del escenario político y, en
general, en el social, donde los valores que predominen se ajusten a una
cultura más solidaria y grupal, no me parece adecuada la entrada de las
“emociones” en este asunto. La emoción comporta instinto, la racionalidad supone
que nuestras acciones se basan en la moral; con la emoción y los sentimientos
se habilitan las masas, con la racionalidad se excluye la religión y la magia.
La emoción supone reflejos condicionados, que impiden acciones voluntarias; la
razón nos permite hacer juicios de valor; es lo que nos distingue de los
animales no humanos: decidir, la idea de Kant someteré la máxima “llevaré a
cabo esta acción para conseguir este fin” a la prueba del imperativo categórico
Yo: Lo que no me parece adecuado es no
contar con los sentimientos, con las sensaciones. Y el hartazgo es una de las
sensaciones que han de llevar a muchos trabajadores a la HG; y la indignación,
por comprobar que, una vez más, se carga la crisis sobre las espaldas de los mismos.
Y así sucesivamente.
Y
además, ¿quién dice que detrás de la decisión voluntaria de parar o no parar el
día 29, no hay un cálculo, un juicio de valor, una evaluación de los costes,
que para algunos (o para muchos) trabajadores pueden ser altos?
Max:A pesar de estar convencido que la estructura
económica de una sociedad conforma las superestructuras (Marx) también entiendo
que unas y otras se retroalimentan en un momento dado (en el paradigma). Y en
ese estado sí cuentan la cultura de las emociones, los deberes y la dignidad: en
las guerras por la patria, por la religión, por la raza. En la historia
hay más ejemplos de fanáticos que de héroes y más sufrimiento provocado por
seguir a los profetas. Y, a veces, las historias tienen sus matices: los
recogedores de algodón se fueron como consecuencia de la entrada en sus vidas
de las maquinas; ya no eran necesarios y siguieron su camino errante, mal
pagados, a las fábricas del norte; la mayor emigración en Estados Unidos: más
de seis millones.
Yo: De la primera parte de tu aseveración -lo
económico conforma lo demás- yo no estaría tan convencido, y menos si lo pones
en relación con la frase siguiente. En la historia hay efectivamente muchos
casos (no sé si más o menos que de héroes) de fanáticos y de profetas (falsos y
verdaderos), vale… ¿Y….? No siempre en política impera la racionalidad, pues, debe mucho a la ideología, a los prejuicios, a las costumbres y a las tradiciones.
Si no tuviéramos eso en cuenta, podríamos pensar, qué tontos eran los latifundistas de los estados de la Confederación que no se dieron cuenta de que ya no les hacían falta los esclavos, y en vez de comprar máquinas y liberarlos declararon la guerra a los estados abolicionistas. Y qué tontos siguieron siendo los blancos del sur, y también del norte, que no se dieron cuenta de ello hasta 1964, cuando el Congreso aprobó la Ley de Derechos Civiles. Y qué tontísimos siguen siendo muchos votantes del Partido Republicano, que no soportan tener un presidente negro. ¡Aún no se han enterado de que el algodón se recoge mejor y más deprisa con máquinas que a mano!
Si no tuviéramos eso en cuenta, podríamos pensar, qué tontos eran los latifundistas de los estados de la Confederación que no se dieron cuenta de que ya no les hacían falta los esclavos, y en vez de comprar máquinas y liberarlos declararon la guerra a los estados abolicionistas. Y qué tontos siguieron siendo los blancos del sur, y también del norte, que no se dieron cuenta de ello hasta 1964, cuando el Congreso aprobó la Ley de Derechos Civiles. Y qué tontísimos siguen siendo muchos votantes del Partido Republicano, que no soportan tener un presidente negro. ¡Aún no se han enterado de que el algodón se recoge mejor y más deprisa con máquinas que a mano!
Entiendo
que esta percepción tiene mucho que ver con tu aseveración de partida: que lo
económico conforma lo demás, sin matices, pero ¿cuándo?, ¿cómo?, ¿dónde?, ¿siempre?,
¿en qué grado?.
Max: La empatía y la simpatía por otros se adquieren,
en su nivel más evolutivo, a través de la razón; el altruismo, que también se
produce en animales no racionales, no llega a su grado de excelencia sino es en
la especie humana. Hobbes, Hume, Smith, nos hablan de unos seres limitados en
su naturaleza por el control social; este error de partida nos trae como
consecuencia pensar que somos egoístas, que lo llevamos en la genética. Al
contrario, Rousseau, por ejemplo, se basaba en la bondad inicial del género
humano. Ni lo uno ni lo otro, solo existe “bueno o malo” si estamos dentro de
la racionalidad. Los intereses mueven a los seres humanos de acuerdo con
elecciones racionales pero estos intereses pueden ser tanto altruistas como
egoístas.
Yo: ¿Has oído hablar de la química? Tienes
que escuchar más a Joaquín Sabina, a Los Panchos, a Chavela Vargas y a Compay
Segundo y releer con otros ojos las novelas más clásicas de la literatura
occidental, porque tratan, sobre todo, de la química.
Max: Cuando hablas de la “dignidad de la gente”
podemos pensar que racionalmente se han dado cuenta que el sistema empieza a
ser más desigual para ellos/nosotros. Existe una respuesta de queja a la
desigualdad que se le produce a uno o a su grupo y, en cambio, una falta de
respuesta cuando la desigualdad le favorece o no le afecta. Son más las
respuestas reactivas y defensivas de desigualdad cuanto más cerca nos toquen
(familia, amigos, compañeros, vecinos, etc.)
Yo: Vale. La Huelga General es una
respuesta reactiva a la reforma laboral de Zapatero, ¿y qué? Es una queja, una
protesta, por recibir un trato inmerecido por parte de un gobierno que se dice
izquierdas; es decir, amigo de los trabajadores, que ha repetido hasta el
cansancio que nunca haría retroceder los derechos sociales. Es una reacción a
un engaño. ¿O todo eso no son motivos para ir a la huelga?
Max: Cuando hablas de la “responsabilidad de los
sindicatos” es posible que tengamos que pensar que los sindicatos son
estructuras burocráticas, institucionalizadas, con un fuerte aparato de poder,
que están perdiendo su papel de centralidad social y no quieren perderlo o
retrasarlo. Se puede culpar a la derecha de esta situación, pero también
influyen factores de cambio social y las propias acciones de éstos.
Yo: Claro que los sindicatos se han
acomodado, se han burocratizado, pero no saquemos a relucir el tema
precisamente cuando se han decidido a movilizar a los trabajadores. Ese es un
problema a plantear después de la huelga general.
Max: Es una buena arenga: dignidad, deber, comunión,
enemigo común. Hay parte de verdad en todo ello, pero también parte de
artificio. Quizá sea un buen discurso para el colectivo, pero también hay que
valorarlo de una manera más racional.
Yo: Quizá me pasé ayer con lo del heroísmo,
pero para muchos trabajadores algo parecido se plantea ante la convocatoria de
la huelga. ¿Qué hacer? ¿Qué riesgos asumir? ¿Qué puede pasar después? ¿Qué
represalias pueden tomar los empresarios? Pues, junto con la indignación, el
cabreo, la sensación de engaño, etc, también hay que incluir el miedo (más
química), porque mucha gente tiene miedo de las represalias patronales y también
delo que pueda venir después, porque, detrás de las medidas del Gobierno para
salir de la recesión, lo que hay es una gran incógnita.
Personalmente
creo que en los sindicatos, al convocar la huelga, junto con la apelación a los
sentimientos o sensaciones ya descrita, hay gran dosis de racionalidad, de
cálculo sobre los posibles resultados. Y en la respuesta de los trabajadores,
también la habrá. Pero si sólo hubiera racionalidad, si la decisión de convocar
la huelga respondiera sólo a la racionalidad más estricta, entonces no habría
sido convocada, porque, frente a lo que tenemos delante (la patronal, la Comisión Europea, los grupos económicos más
poderosos de Europa, el FMI y los gobiernos que han adoptado estas medidas neoliberales), el cálculo más frío dice que, a día de hoy, la posibilidad de vencer o de revertir
sus efectos es mínima. Quizá el día 30 pensemos otra cosa, pero, por ahora, no
parece que después de la huelga general de septiembre tenga que venir la
revolución de octubre.
Septiembre, 2010. En el Colectivo Red Verde
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