lunes, 15 de junio de 2015

Artesanía política

Good morning, Spain, que es different

La constitución de ayuntamientos a partir de candidatos y programas surgidos o apoyados por plataformas ciudadanas es un hecho nuevo en la historia reciente, que aún alcanza más relieve por tener como escenario ciudades como Madrid, Barcelona, Zaragoza, La Coruña, Cádiz, Castellón o Santiago.
La conjunción de la recesión económica y la crisis institucional ha generado como reacción el interés de la ciudadanía por la política, considerada como algo propio. La mal llamada desafección política de los ciudadanos era en realidad la desafección hacia los políticos profesionales y los partidos burocráticos encastrados en el Estado, que, persiguiendo sus intereses, habían olvidado que su papel en las instituciones era defender las demandas de los ciudadanos.
Las plataformas abiertas, plurales, incluyentes, horizontales y participativas son los instrumentos que una parte de los ciudadanos y algunos partidos políticos han montado para enfrentarse a las maquinarias electorales de partidos de corte tradicional, en particular frente a los dos grandes, que funcionan de manera vertical, jerárquica, a golpe de chequera y de crédito bancario para contratar agentes de imagen, expertos en sondeos, campañas de marketing, medios de información afines y periodistas serviles. En ese modelo, los resultados políticos dependen del dinero invertido en promocionar a los candidatos, si se tiene, o en pedirlo prestado a los bancos, con la obligación de devolverlo en dinero o en especie, o ambas cosas a la vez, cuando los partidos se ponen a gobernar.
Ahora Madrid, Barcelona en Comú, Zaragoza en común, Marea Atlántica, Por Cádiz sí se puede, Castelló en moviment, Guanyar Alacant y un largo etcétera  han ofrecido con bastante éxito un modelo participación política basado en la ilusión, las aportaciones voluntarias, el trabajo sin remunerar, la capacidad para sumar multitud de iniciativas, el derroche de imaginación y recursos caseros, surgido directamente de abajo, de la calle, de la participación vecinal. Lo más cercano al modelo democrático rousseauniano ha sido esta política artesanal.
La nueva gestión municipal empieza con caras nuevas, programas nuevos y formas políticas nuevas. No está nada mal.

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