Good morning, Spain, que es different
Lo
que podría llamarse temporada electoral, por el amontonamiento de convocatorias,
ha empezado de manera un poco rara. Cada partido lo ha hecho a su manera, pero,
en la mayoría de los casos, sin tener programa ni candidatos.
Unos
partidos han iniciado la temporada con convenciones, pero dejando entrever
pugnas internas (el poder es el poder, o la poltrona es la poltrona), que pronto se han hecho externas en los partidos
de izquierdas, como mandan los cánones. En el PSOE, la sultana andaluza ha
decidido ir por libre al convocar unas elecciones anticipadas, y lo que al
principio parecía una apuesta con bastante riesgo, en vista de lo sucedido
después, incluso parece una decisión prudente para salvarse de la quema que
abrasa al partido en Madrid, donde la convención dio paso a la exoneración de
Tomás Gómez, presentado como el malo de la película -no idóneo-, aunque buen
candidato no es.
En
Madrid, están como siempre, teniendo que improvisar a última hora con algún
paracaidista como candidato, pero el verdadero problema está en la Federación.
Y eso que dicen que ganar en Madrid es muy importante, pero parece que
internamente no se lo creen. Tampoco parece creíble la súbita firmeza de Pedro
Sánchez, que parece sacado del mismo molde de dirigentes del PSOE: jóvenes,
aseados y más blandos que un bizcocho.
En
Izquierda Unida, siguen la estela de sus viejos demonios, con la situación
agravada por los problemas de Rivas, la salida de Tania Sánchez y la situación
de IU-Madrid, con la petición de dimisión de Pérez y Gordo, y la tendencia de
un sector a participar en una candidatura unitaria con otras fuerzas. El riesgo
es grande, pues IU puede quedar como una fuerza extraparlamentaria en Madrid y
quizá en las Cortes.
Podemos
empezó la campaña con la manifestación de Madrid, pero no sin dificultades y
división de opiniones entre dos facciones opuestas -y sin embargo amigas-, que
podemos definir como pablistas y no pablistas. División que, a pesar de no
considerarse ni de derecha ni de izquierda, muestra su alma de izquierdas
(divididos hasta la muerte en favor de la unidad). Y arrastra el asunto de
Monedero, por un caso de no mucho dinero difícil de justificar, pero importante
para un candidato a la alcaldía de Madrid.
Ciutadans,
o Siudatans, según Floriano, avanza
por todo el territorio nacional desplazando en intención de voto a UPyD, pero a
medida que Rivera habla el que debe preocuparse es el Partido Popular.
Rajoy
afirma que España no es como Grecia, y se apunta al club de los verdugos de los
griegos; está en su naturaleza servil. No dice nada de sus candidatos pero ha
mostrado ya por dónde va su programa: vender la recuperación de la crisis con
un retrato de España con fotoshop.
En
Madrid lo tienen claro: no hay candidatos proclamados, pero el programa está expuesto:
construir un rascacielos de 23 plantas, frente al estadio Santiago Bernabéu,
para pagar la reforma del Palacio de Congresos de la Castellana, que está cerrado
desde 2012. La Operación Campamento (operación Wang, con capital chino, en
parte), que es construir, donde estaban los antiguos cuarteles, a 8 km de la
puerta del Sol, un gran complejo de 11.000 viviendas, equipamiento, casinos y un
parque acuático en la primera fase. Son 2 millones de metros cuadrados en la
primera fase y casi 7 millones en la segunda . Otra operación con capital chinés en la plaza de España (vaciar el edificio España y deshacer un hotel para hacer otro). Y acaba de empezar la Operación Canalejas, en el corazón de Madrid, para construir, en las sedes de antiguos bancos en la plaza de Sevilla, un hotel y un centro comercial y de ocio, a cincuenta metros escasos de la Puerta del Sol, donde estaba el antiguo hotel París, hoy ocupado por una multinacional de la comunicación que no ha admitido en su tejado el viejo anuncio de neón de "Tío Pepe", que daba solera a la plaza.
Y
finalmente la paralizada desde hace años, Operación Chamartín, que ahora se
llamará Castellana Norte, que supone prolongar la Castellana casi 4 kms hacia
el norte. Son 3 millones de metros cuadrados para construir un complejo de 17.000
viviendas, servicios, dotaciones deportivas y de ocio, jardines, transporte
integrado (tren, metro, autobuses). Un plan nuevo, que se tramitará “con todas
las garantías”, lo cual hace temer lo peor.
Es decir, en Madrid, el PP
apuesta por el ladrillo.
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