martes, 3 de febrero de 2015

Pedro se mata y Rajoy se muere de risa

Good morning, Spain, que es different

Hay muchas maneras de suicidarse políticamente, y la peor de ellas es ayudando a la vez a los enemigos y a los adversarios. Eso es lo que ha decidido Pedro Sánchez al firmar el pacto de Estado contra el yihadismo, que le ha propuesto el avieso Rajoy; una trampa en la que ha caído como un pardillo.
En primer lugar, por el fondo del tema. Una reforma del Código Penal sobre la que asociaciones de jueces conservadoras y progresistas discrepan, tanto por la introducción encubierta de la cadena perpetua, como por el procedimiento, hecho con prisas y al impulso de los atentados de París. Un asunto así merece algo más de sosiego antes de firmar, y no se sale del brete diciendo que la recurrirán ante el Tribunal Constitucional. Entonces, si tiene dudas, ¿para qué la firma? Eso por un lado, por el otro es invalidarse como aliado, porque firma una cosa y luego se desdice, como ha sucedido con la reforma del artículo 135 de la Constitución, que la firmó Zapatero y Sánchez quiere echarse atrás.
Y en segundo lugar, por la forma del pacto; un pacto a dos, a la vieja usanza, como si no hubiera cambiado nada en el país, y como si esos pactos a dos no fueran uno de los factores que más han contribuido a deteriorar el régimen político vigente. Un pacto a dos y luego se invita a los demás partidos a que se sumen y firmen por responsabilidad. Muy feo y muy viejo.  
Sánchez cree que estamos en 2011, y que un pacto que entre dos partidos que hoy suman el 45% en la intención de voto es un “pacto de Estado”. Como un sonámbulo, sigue creyendo en la vigencia del bipartidismo -¡qué miopía!- mientras el bipartidismo hace agua, y que actúa, como Rajoy le ha hecho creer, como jefe de la oposición. 
¡Qué iluso! El jefe de la oposición lleva coleta y se halla extramuros de las instituciones, que es donde acabará el PSOE si no se espabila.
Hace dos días, en la conferencia autonómica del PSOE, Sánchez aseguraba que “a quien teme el PP es al PSOE”, y ahora resulta que no le teme, sino que le considera un aliado en las postrimerías de su mandato y le maneja a su gusto.

Rajoy necesita a Pedro Sánchez para vincular al PSOE, como la otra pata necesaria, para sostener este tenderete borbónico y neofranquista frente a las voces que reclaman su reforma o directamente su reemplazo por un régimen político realmente, no regiamente, democrático. Y Sánchez no se comporta como un estadista, como el máximo dirigente de un partido que pretende ser la oposición y la única alternativa al PP; ni siquiera actúa como un ciudadano medianamente informado y con algunas ideas claras. Lo que acaba de hacer, apoyar a un partido tan dañino como el PP al final de la legislatura, es de mentecatos, porque además da alas a los que le están haciendo la cama en su propio partido. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario