domingo, 2 de febrero de 2020

Originalidad del "procés".

Por cierto, Santiago, sigo con tu libro "A golpes con el Estado". Pero no descarto del todo cierto parentesco de los hechos de 2017 con algunas versiones de los golpes de estado que alude Malaparte. Es cierto que no se trata de una conjura, de un golpe preparado en secreto, de tipo blanquista por unos activistas audaces, sino de algo promocionado larga y públicamente, y de una transubstanciación del poder del Estado en Cataluña. Pero, más que con el movimiento de los ayatolas en Irán, le veo semejanzas con el movimiento de masas mussoliniano, no del asalto al poder desde fuera, sino de apoyo desde fuera, a la transformación/usurpación desde dentro.
No se trata de un remedo de la marcha sobre Roma, sino de muchas marchas en Cataluña, para apoyar y empujar el desafío de la Generalitat. Lo curioso de este caso es que suma el prolongado adoctrinamiento de la población en la ideología de la minoría, la definición del objetivo con mucha antelación, el anuncio de los sucesivos pasos a dar, con la voluntad de desbordar la normativa legal por las buenas -iremos más allá de la ley- o de medidas sinuosas -hemos de burlar al Estado-, transformación interna del Estado y a la vez conspiración -leyes elaboradas en secreto y dadas a conocer a última hora y con el tiempo tasado, para abolir la Constitución y el Estatut- y medidas de excepción -amordazar a la oposición en el Parlament para impedir su reacción contraria-, confusión del ámbito público y el privado con asociaciones (ANC, OM) en la toma conjunta de decisiones políticas de las instituciones democráticas, y al mismo tiempo una continua movilización popular.
A mí, el "procés" me sugiere una gran originalidad, sin por ello dejar de percibir claramente sus objetivos. Y claro está, me asombra el triste papel jugado por los gobiernos centrales y los aparatos del Estado, sin verlo venir o sin querer actuar a tiempo.

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