La
mesa para abordar “el conflicto político” catalán, acordada por el PSOE y ERC, que
era condición imprescindible para facilitar la investidura de Pedro Sánchez y
aprobar los Presupuesto Generales, está atascada por la interferencia de Torra,
que no quiere ejercer el papel de convidado de piedra.
La
mesa fue una iniciativa de ERC, con la que Torra no se sintió comprometido,
después quiso sumarse a ella pero infundiéndole un tono de confrontación, que
desvirtuaba el espíritu e impedía el diálogo, después ha querido admitir en la
mesa únicamente a los partidos independentistas (JunstxCat, ERC y la CUP) y a
las asociaciones anejas ANC y Omnium, dejando fuera a los representantes de
partidos que representan más de la mitad del electorado catalán.
Pero,
como President considera que no puede consentir que un socio de gobierno, con
el que se disputa la hegemonía del secesionismo, le marque la agenda. Menos
cuando tiene en su mano convocar las elecciones autonómicas, así que pretende
actuar como si la mesa fuera una iniciativa suya.
En
el PSOE tienen interés en que la mesa empiece funcionar para ver con qué se
descuelgan en ERC, pues necesitan aprobar los Presupuestos cuanto antes. En ERC
también tienen prisa por presentar sus demandas principales -amnistía y
referéndum-, de difícil aceptación por la otra parte, pero Torra no tiene prisa
y, además, por su condición de figura vicaria del “verdadero President”, carece
de suficiente autonomía (y hasta de “verdadero” despacho) como para decidir sin
consultar con el Gran Ausente.
Tras
la reciente entrevista de Sánchez y Torra, desde la Moncloa han propuesto el
día 24 para la próxima cita, pero esa iniciativa, que no es una imposición, ha
molestado a Torra, que la ha considerado una decisión “unilateral”, él que sabe
tanto de actos unilaterales. Y ha propuesto, de entrada, los días 21 o 23,
nunca el 24, por cuestión de agenda. Finalmente, Sánchez -acostumbrado a tragar
sapos- ha aceptado la fecha del 26. Hay que fijar la composición de la mesa y
aceptar o rechazar la figura de un relator, que es la última petición de Torra,
por ahora, que no estaba en el acuerdo del PSOE y ERC.
Claro
que acordar algo con una persona como Torra requiere mucha paciencia. ¿Qué es
Torra? ¿Qué ha hecho hasta ahora Torra para resolver alguno de los problemas de
Cataluña o mejorar la vida de los catalanes? ¿O es que no se trataba de eso?
¿Cuál es el balance hasta ahora de su mandato como President de la Generalitat?
¿Con qué leyes, con qué actos, con qué disposiciones pasará a la historia de
España, de Cataluña o de la hipotética república catalana?
Lo
más leve que se puede decir de Torra como gobernante es que se trata de una
nulidad. Aunque nadie debe llamarse a engaño, porque ya estábamos advertidos:
él asumió el cargo de forma vicaria para impulsar la república catalana; es
decir, para insistir en lo mismo y volver a la casilla de salida: “lo
volveremos a hacer”.
¿Y
qué es lo que ha hecho? Gesticular y viajar a Waterloo, aprobar mociones a
favor del “procés”, desobedecer las leyes, perder el acta de diputado, reprobar
jueces, viajar a Waterloo, reprobar al Rey, proponer la celebración de un
refrendo, viajar a Waterloo, poner lazos amarillos, poner pancartas amarillas,
viajar a Waterloo, convocar una huelga general, viajar a Waterloo, apretar,
apretar y agitar la calle, viajar a Waterloo, encabezar manifestaciones, cortar
carreteras, amparar a los incendiarios, viajar a Waterloo, concluir la
legislatura o quizá no, convocar las elecciones o no convocarlas hasta aprobar
el Presupuesto en el Parlament, o quizá no…Y viajará a Perpiñan, a donde el
Gran Ausente acudirá a un gran acto simbólico.
Hasta
ahora, la labor legislativa de Torra ha sido estéril y la de oponerse al Estado
español y hacer avanzar la república catalana se puede resumir en una sola
palabra: estorbar, incluso a sus socios del Govern.
20/2/2020
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