sábado, 14 de diciembre de 2019

Quizás, quizás, quizás


Siempre que te pregunto,
Que cuándo, cómo y dónde,
tú siempre me respondes
Quizás, quizás, quizás
Y así pasan los días,
y yo voy desesperando,
y tú, tú, tú contestando
quizás, quizás, quizás.
Estás perdiendo el tiempo, pensando, pensando…

Este bolero del cubano Osvaldo Farrés, popularizado por Bobby Capó, el trío Los Panchos y por tantas otras versiones, ilustra bien el momento que vivimos, o mejor, que sufrimos, porque la esencia del bolero es el sufrimiento. 
Pedro Sánchez, presionado dentro y fuera del PSOE, a izquierda y derecha, desde el centro y la periferia, por aliados y adversarios, quiere concluir antes de Navidad las conversaciones para lograr el pacto de investidura. Si lo lograse, sería algo así como acertar el premio gordo de la lotería.
Ya ha logrado el condicionado respaldo de una heteróclita cohorte de aliados, que no es suficiente, por lo cual precisa imperiosamente el apoyo de ERC para comenzar una legislatura, que, en principio no parece fácil. Pero en ERC se lo toman con calma; estudian el posible coste de la operación de apoyo y, sobre todo cómo queda la situación de Oriol Junqueras, y recomiendan a Sánchez que tenga paciencia hasta el mes de enero, a ver si los Reyes Magos le traen de regalo una investidura, que no será gratis. Tienen al PSOE macerando, como si España fuera el concurso “Máster chef”.
No importa, pues, que llevemos así cuatro años. Desde las elecciones de 2015, estamos en “funciones”; no sólo el gobierno, sino que todo el país está “en funciones” -“stand by” o en tiempo de adviento-, a la espera de la buena nueva de un pacto de Gobierno; pero no hay prisa. En ERC se dejan querer, pero no ceden, necesitan tiempo para demostrar quién manda, quien es el árbitro, quién puede decidir que haya un gobierno poco estable o mandar todo al garete, porque, tal cómo están las cosas, no hay otro gobierno posible.  
Hemos vuelto a aquella situación del Tripartito catalán, cuando Carod Rovira, con apenas 500.000 votos detrás, decía que tenía la llave de dos gobiernos: el de Cataluña, presidido por Maragall, y el de España, presidido por Zapatero.  
Es tristemente paradójico que la suerte de Sánchez, del PSOE y del país, dependan de un socio tan poco fiable como ERC, que precipitó las elecciones del 28 de abril al negar el “placet” a los Presupuestos del Gobierno socialista, que, además de tener un fuerte contenido social -por ese lado, ERC siempre muestra la debilidad de su izquierdismo-, reemplazaban a los de Rajoy, al que tanta consideración guardan los independentistas catalanes. 
Hay que recordar que ERC, cuando se discutía el proyecto de Estatut en 2005, antes de aprobarse ya le ponía fecha de caducidad. Luego renegó de él, después lo abrazó con fervor y, finalmente, aprobó su abolición y la de la Constitución, en las vergonzosas sesiones del Parlament los días 6 y 7 de septiembre de 2017, y fue, en pugna con los exconvergentes, impulsor de los sucesos posteriores que culminaron en la declaración unilateral de independencia.
Y parece una broma del destino que el sujeto que acusó al President de la Generalitat de traicionar el “procés” por “155 monedas de plata”, que provocó la aplicación del artículo 155 de la Constitución y la fuga de Puigdemont y otros consejeros hacia Bélgica, ahora sea el escogido para negociar el acuerdo de investidura, y, su partido, con una acreditada trayectoria de deslealtad, pueda ser considerado un apoyo fiable del futuro Gobierno. Pero eso es lo que hay.
Una compleja arquitectura institucional, una dejación de décadas ante la pujanza del nacionalismo y unos errores de bulto a izquierda y derecha, han hecho posible esta endiablada situación, en que los apremiantes retos que España tiene planteados ante un proyecto europeo en descomposición en un mundo aceleradamente cambiante y con problemas urgentes que afrontar, tienen al país paralizado por la presión de un partido político cuyo rasgo más notorio es el rural arcaísmo de la Cataluña interior.     
Alma carlista, intransigencia católica, cazurrería provinciana y oportunismo político, eso es ERC.


No hay comentarios:

Publicar un comentario